domingo, 26 de agosto de 2012

Día tras día


Día tras día damos pasos dentro, desde y hacia nuestra Realidad. Este caminar o retornar a lo que somos es la conversión.

Lo primero que salta a la vista es que nos falta fe y convencimiento en que ese retorno es posible. Y la confianza, en este proceso, es esencial. Por qué no creer en nuestro propio camino y sobre todo en nuestra victoria a pesar de las sombras.

Cuidar la interioridad es la mejor vía para cumplir con el deseo de ser en plenitud, de vivir con el corazón entero, y de afirmarnos como personas que buscamos habitar conscientemente en este mundo y tener un diálogo íntimo con la Trascendencia.

En nuestro caminar tenemos que ir de la mano con todo el universo, nadie puede quedar marginado. Somos un todo, una manifestación única de la creación agradecida, y vamos en bloque, nada de compartimentos separados: yo sí, tú no.

“Cualquier ser humano forma parte de ese todo que llamamos “universo”, una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Se siente a sí mismo, sus pensamientos y sensaciones, como si estuviera separado del resto, una especie de ilusión óptica de la conciencia. Esta ilusión funciona como una cárcel. Nuestro objetivo consiste en liberarnos de esta prisión ampliando nuestro círculo de compasión a todas las criaturas y a toda la naturaleza”. (Albert Einstein).

Estamos íntimamente unidos con los seres más perversos y también con los más santos. Somos uno con el universo, y lo que a cada uno se le ha dado de sabiduría es para volcarlo de modo natural al resto. Elijamos la compasión como nuestro estado natural. Nada tenemos en propiedad, solo nos alumbra la certeza de saber que somos amados. Esa es nuestra única luz.

 Acabo de leer un precioso librito de la teóloga y feminista Dorothee Sölle (1929-2003) que se llama “Reflexiones sobre Dios”. Para ti, hermana o hermano, con el que comparto existencia y universo, te envío la bendición recogida de esta autora, que dice: “Dios te bendiga y te guarde. Ella haga resplandecer sobre ti su rostro. Ella te dé la paz”.

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