El deseo es nuestro aliado, con él ya hemos
llegado a la meta de la búsqueda y la contemplación. No nos damos cuenta de su
importancia, de lo que supone de unión y enlace con el objeto deseado.
Cuando deseo vivir, ya tengo la vida. Si deseo
morir, me aproximo a la muerte. Y tengo el infinito al alcance de mi mano con
solo desearlo.
Ese anhelo es el enganche que necesitamos
para estar en marcha, mejor aún, para concebirnos a nosotros mismos como
caminantes, en búsqueda.
Es muy importante esa consciencia de
nuestro peregrinar y de nuestra debilidad, porque nos hace sentirnos
necesitados, nos da el impulso para apoyarnos en el Otro y dejar de creernos el centro de todo.
El deseo es una mano que se nos tiende
desde la otra orilla. Con solo eso, ya nos sentimos a salvo, en casa. Y
solamente las personas que lo sientan pueden entender estas palabras.
No sentir ese ansia, no saberse en esa
búsqueda, equivale a estar dormido, distraído de lo esencial, también a estar
muerto.
Por eso en todos los textos de
espiritualidad se nos repite una y otra vez: “¡Despierta!”
Nuestro despertar siempre va acompañado de
gratitud y de sorpresa. Además significa una aventura, nuestra vida se llena de
descubrimientos íntimos, de misterios al alcance de la mano, de pasión y
entrega.
Nuestro “abrir los ojos” va unido a la
emoción de sentirse amado y escogido. Nos distancia de la mediocridad y de las
sombras, nos acerca a la auténtica sabiduría.
Los deseos que van encaminados a enriquecer
nuestro estar en el mundo y nuestro sosiego íntimo son un regalo. Esa misma
ofrenda que se nos hace, se transmite por mediación nuestra. Porque la energía
divina circula sin parar, siempre está dándose.
Y es gracias a nuestro anhelo como
alcanzamos a saborearla y a disfrutar de momentos especiales. Lo que pasa es
que estamos tan acostumbrados a detenernos en lo negativo que apenas le concedemos
importancia a lo positivo. Siempre le ponemos algún “pero” a todo. Siempre
estamos insatisfechos.
Mi deseo es que esas ganas interiores que
nos mueven nos lleven de la mano a nuestro destino, por el camino recto de la
honradez y el buen hacer.
Me inundan los deseos de paz para todos los
que leen estas líneas. Y sé que con solo desear la paz, la atraigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario