Para qué sirve una vida si no es para dedicarla al universo interior y exterior.
Para qué se abren los ojos si no es para contemplar la belleza.
Para qué nace el ser humano si no es para vivir asombrado.
Para qué sirve el amor si no se ama hasta el infinito.
Cuando somos conscientes de lo que nos trasciende, se nos conmueve el corazón, realmente notamos un cosquilleo interno, algo nos pasa y no sabemos ponerle nombre.
A veces nos hace falta un empujón, una palabra de ánimo, y tarde o temprano se nos da, porque lo que necesitamos, lo tenemos. Pero eso sí, nosotros no ponemos los tiempos, ahí no mandamos.
No me imagino un mundo sin sorpresas, sin incertidumbres, dudas, sin buscar ilusionado. No me imagino una tierra sin personas humanas luchando por su destino.
No me cabe en la cabeza una interioridad sin “locuras”, sin gestos apasionados, sin gozo.
Para los que se encuentran en un pozo sin luz ni esperanza, va mi palabra de ánimo. Les tiendo mi mano amiga en la distancia. Compartimos espacio y tiempo, la misma casa.
Estoy en la misma tiniebla que tú, soy alguien que ignora, busca, ríe, llora y ama.
La soledad es una dura prueba, siente que te acompaño; que todo cuanto existe sufre y llora contigo. Tu sufrimiento es el mismo que está en todo, no es solo tuyo. Tu búsqueda es la de cada uno de los seres humanos que han existido sobre la tierra.
Existe una lamparilla, que es la fe, que nos ayuda en este peregrinar. Si no la tienes, pídela fervorosamente, porque te ayudará. Yo también la pido para ti. Y estoy segura de que se te dará.
No puedo vivir sin el misterio, sin eso que es innombrable y que marca mi vida. No concibo la vida con las manos cerradas, el corazón apagado, la mirada perdida, el gesto duro. Porque eso no es vivir, eso es la muerte real.
Por eso dejo en el aire mi chispa de luz, para que viaje a los corazones donde hace falta.
Tomo las palabras de la preciosa canción de Migueli:
“Te regalo mi sombra,
si te sientes perdido,
no soy guía,
pero quiero ir contigo”.
Para qué se abren los ojos si no es para contemplar la belleza.
Para qué nace el ser humano si no es para vivir asombrado.
Para qué sirve el amor si no se ama hasta el infinito.
Cuando somos conscientes de lo que nos trasciende, se nos conmueve el corazón, realmente notamos un cosquilleo interno, algo nos pasa y no sabemos ponerle nombre.
A veces nos hace falta un empujón, una palabra de ánimo, y tarde o temprano se nos da, porque lo que necesitamos, lo tenemos. Pero eso sí, nosotros no ponemos los tiempos, ahí no mandamos.
No me imagino un mundo sin sorpresas, sin incertidumbres, dudas, sin buscar ilusionado. No me imagino una tierra sin personas humanas luchando por su destino.
No me cabe en la cabeza una interioridad sin “locuras”, sin gestos apasionados, sin gozo.
Para los que se encuentran en un pozo sin luz ni esperanza, va mi palabra de ánimo. Les tiendo mi mano amiga en la distancia. Compartimos espacio y tiempo, la misma casa.
Estoy en la misma tiniebla que tú, soy alguien que ignora, busca, ríe, llora y ama.
La soledad es una dura prueba, siente que te acompaño; que todo cuanto existe sufre y llora contigo. Tu sufrimiento es el mismo que está en todo, no es solo tuyo. Tu búsqueda es la de cada uno de los seres humanos que han existido sobre la tierra.
Existe una lamparilla, que es la fe, que nos ayuda en este peregrinar. Si no la tienes, pídela fervorosamente, porque te ayudará. Yo también la pido para ti. Y estoy segura de que se te dará.
No puedo vivir sin el misterio, sin eso que es innombrable y que marca mi vida. No concibo la vida con las manos cerradas, el corazón apagado, la mirada perdida, el gesto duro. Porque eso no es vivir, eso es la muerte real.
Por eso dejo en el aire mi chispa de luz, para que viaje a los corazones donde hace falta.
Tomo las palabras de la preciosa canción de Migueli:
“Te regalo mi sombra,
si te sientes perdido,
no soy guía,
pero quiero ir contigo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario