Vive tu vida desde la trascendencia, anuncia con tu esperanza un nuevo despertar. Que no te importunen los éxitos ni los fracasos, ambos traicioneros porque te hacen habitar en un terreno falso.
Cuando nos visita el éxito, nos creemos superiores. Nada más lejos de la realidad, tan solo somos depositarios de dones que tenemos que volver a poner al servicio de la vida que nos los ha dejado. Cuando le toca el turno al fracaso, nos retira de los gozos del presente, y nos hunde en la tristeza. También es una situación falsa, que nos hace alejarnos de nuestro interior luminoso.
Nuestro lugar auténtico, nuestra realidad última no está expuesta a los vaivenes de cada momento, de cada emoción. Estamos perdidos si nos dejamos arrastrar por la tiranía de nuestros impulsos más egocéntricos.
Somos seres libres, no sujetos a nada ni a nadie. Tenemos que tener bien claro que nuestro único centro es la Realidad amorosa que habitamos y nos sostiene en ella, minuto a minuto. Si nos guía la fuerza increíble del amor, ya nos pueden visitar las experiencias más variadas, que siempre predominará en nosotros el equilibrio y la estabilidad personal. “Estar herido de amor es la sensación más suave y abrasante que se pueda sufrir.” (Jan Van Ruusbroeck)
La gente suele decir que es difícil ver las cosas así, yo más bien creo que es muy fácil, que está al alcance de cualquiera. Se trata de desaprender lo que nos obstaculiza respirar en paz, volver a construir la vida sobre el cimiento divino, que es el único real.
No perdamos de vista nuestro objetivo al venir a esta tierra, que no es triunfar o fracasar sino: amar y servir. El éxito sin amor o sin espíritu de servicio, sin estar para los demás, no sirve absolutamente para nada.
El fracaso no nos afecta cuando nos sentimos amados, mimados, consolados en la intimidad de nuestro ser.
Respetemos el proceso vital de cada uno, no juzguemos, todas las enseñanzas apliquémoslas en nosotros mismos, no queramos presionar a nadie.
Gran parte de los problemas se solucionan cuando dejamos de meternos en la vida de los demás.
Y que todos los éxitos y los fracasos nos sirvan para lo esencial, que es llegar a ser seres felices al servicio de nuestro universo.
Cuando nos visita el éxito, nos creemos superiores. Nada más lejos de la realidad, tan solo somos depositarios de dones que tenemos que volver a poner al servicio de la vida que nos los ha dejado. Cuando le toca el turno al fracaso, nos retira de los gozos del presente, y nos hunde en la tristeza. También es una situación falsa, que nos hace alejarnos de nuestro interior luminoso.
Nuestro lugar auténtico, nuestra realidad última no está expuesta a los vaivenes de cada momento, de cada emoción. Estamos perdidos si nos dejamos arrastrar por la tiranía de nuestros impulsos más egocéntricos.
Somos seres libres, no sujetos a nada ni a nadie. Tenemos que tener bien claro que nuestro único centro es la Realidad amorosa que habitamos y nos sostiene en ella, minuto a minuto. Si nos guía la fuerza increíble del amor, ya nos pueden visitar las experiencias más variadas, que siempre predominará en nosotros el equilibrio y la estabilidad personal. “Estar herido de amor es la sensación más suave y abrasante que se pueda sufrir.” (Jan Van Ruusbroeck)
La gente suele decir que es difícil ver las cosas así, yo más bien creo que es muy fácil, que está al alcance de cualquiera. Se trata de desaprender lo que nos obstaculiza respirar en paz, volver a construir la vida sobre el cimiento divino, que es el único real.
No perdamos de vista nuestro objetivo al venir a esta tierra, que no es triunfar o fracasar sino: amar y servir. El éxito sin amor o sin espíritu de servicio, sin estar para los demás, no sirve absolutamente para nada.
El fracaso no nos afecta cuando nos sentimos amados, mimados, consolados en la intimidad de nuestro ser.
Respetemos el proceso vital de cada uno, no juzguemos, todas las enseñanzas apliquémoslas en nosotros mismos, no queramos presionar a nadie.
Gran parte de los problemas se solucionan cuando dejamos de meternos en la vida de los demás.
Y que todos los éxitos y los fracasos nos sirvan para lo esencial, que es llegar a ser seres felices al servicio de nuestro universo.
2 comentarios:
Te han regalado el más bonito de todos los Dones, el de asombrarse con lo cotidiano, ver las cosas como realmente son, sin complicaciones.
Nuestro objetivo en la vida es: amar y servir.
Maravilloso.
Gracias mamá.
Te quiero.
Vaya, vaya con los dones y las Pérez. Ya te lo explicará tu hija, hormiguita.
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