“El universo entero es el cuerpo de Dios” (Yoganandas)
Algunas frases nos dan imágenes muy clarificadoras y provechosas para alumbrar nuestro despistado vagabundear por esta galaxia.
Si todo es cuerpo divino, lo primero que me viene a la mente es la delicadeza, el cuidado y el respeto con que tengo que manejarlo y afrontarlo todo.
Lo que siento, lo que veo, lo que me sucede, lo que existe, todo es su Esencia y está a mi alcance, para que yo lo viva, lo saboree, lo mime, lo abrace.
Y ese “todo” incluye las cosas materiales y las circunstancias difíciles, las equivocaciones y fracasos. Todo es cuerpo. También la pequeña hierba, también nuestras pisadas sobre este mundo.
Tenemos que saber que nuestra ignorancia también ha sido programada: “Pondré en apuros a la gente. Caminarán como ciegos.” (Sofonías 1) ¿Por qué? No lo sé, yo soy uno más de los que caminan como ciegos.
Pero sé que hay muchos que han visto, y se han quedado maravillados y nos han dicho palabras acertadas, encendidas, y nos han aconsejado que amemos y no nos preocupemos de nada más. Ellos son nuestros guías. Sigamos sus indicaciones.
Pensemos siempre que cuando hablamos con la gente, lo estamos haciendo con Dios, que si abrimos la puerta es a él a quien recibimos, que los pajarillos nos traen el vuelo divino, porque todos los animales y la naturaleza están llenos de él.
No se trata de “como si fuera” sino realmente, literalmente, está totalmente en todo. Lo que pasa es que nos hemos habituado a pensarlo como persona y además separado de nosotros: yo aquí, él allá.
Y como no puede haber partes en él, por eso el maestro Eckhart, gran místico cristiano, dice esto, que suena a barbaridad: “Si yo no existiera, Dios no existiría.” Es una frase como para quedarse pensando y rumiando porque tiene muchísima miga.
Todos los días aprendemos, en cada recodo hay algo: una sonrisa, una frase, un sol amigo, un “no sé qué”. Todos los seres humanos, con nuestras contradicciones, con nuestro pozo de dudas, estamos llamados a alumbrar, a ser luz del mundo.
Nuestra participación en el universo creado es un don, un tesoro que hemos de cuidar. Todo se nos regala, sólo nos hace falta humildad para no atribuirnos mérito alguno y, por supuesto, compasión con nuestros iguales.
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