“No hay nada más práctico
que encontrar a Dios.
Es decir, enamorarse profundamente
y sin mirar atrás.
Aquello de lo que te enamores,
lo que arrebate tu imaginación,
afectará todo.
Determinará lo que te haga levantar
por la mañana,
lo que harás con tus atardeceres,
cómo pases tus fines de semana,
lo que leas,
a quien conozcas,
lo que te rompa el corazón…
y lo que te llene de asombro
con alegría y agradecimiento.
Enamórate,
permanece enamorado
y esto lo decidirá todo.”
(Padre Arrupe)
Poco más que añadir a la belleza y la profundidad de estas palabras.
Ese encuentro íntimo, va a determinar lo que sientas en cada momento, lo que te sorprenda de cada jornada, cómo emplees tu tiempo y cómo enfoques cualquier actividad, porque no te sientes solo, sois dos los que actuáis, te conviertes en un colaborador/a de un proyecto infinito. Por tanto, te cambia la vida, te hace diferente.
Si experimentas la alegría de amar y sentirte amado, ya has llegado a tu meta. No pases la vida esperando milagros, lo ordinario es lo extraordinario, no esperes más cosas que las que ya tienes, son las que han sido diseñadas para ti por tu creador enamorado.
No hagas berrinche de cada situación, no seas un gallito de pelea cada vez que te contradicen. No tienes que demostrar nada a nadie, ya eres amado hasta el infinito. Emociónate de pensarlo. Relaja tus músculos, tu cuerpo. Sonríe, baila, canta, expresa con gestos la paz que te habita. Esto no es accesorio, es muy importante esa expresión.
Tenemos los cinco sentidos para canalizar nuestras buenas energías a través de ellos y para sentir plenamente la vida, por eso no seamos estatuas rígidas sino seres en ebullición, expresión de fiesta y de júbilo.
Que el que esté a nuestro lado se contagie de nuestras sonrisas y de nuestra paz. Que abramos nuestro corazón amigo a todo aquel que se nos acerca. Porque “el paraíso en la tierra se llama amistad” (Jordi Sierra i Fabra).
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