miércoles, 25 de mayo de 2011

La sal en el Océano


“Una vez una muñeca de sal quiso medir las profundidades del océano. Llegó hasta la orilla y contempló el majestuoso océano. Hasta entonces seguía siendo la muñeca de sal, manteniendo su propia individualidad. Pero en cuanto dio un paso hacia delante y puso los pies en el agua, se empezó a hacer una con el mar. Cuanto más andaba más le fascinaba el océano. Todas las partículas de la muñeca de sal se disolvieron en el mar. El alma humana es una muñeca de sal. Lo Absoluto, lo Incondicionado, es el océano infinito de sal.

(Ramakrishna)

Cuando ponemos los pies en las aguas divinas, comienzan a borrarse nuestros propios límites, a volatilizarse las fronteras de nuestra piel. Empezamos a comprender que la Sal de la que estamos hechos está en todas partes. Y surge espontáneamente la gratitud, el respeto y la atención amorosa a todo lo que nos rodea.

Nuestros minúsculos granos de sal se diluyen, se funden con la Sal del universo porque el Amor se ama a sí mismo en todo lo creado.

Somos ayudantes de lo eterno, somos piezas colocadas en el sitio en el que hacemos falta, participamos del plan universal y elaboramos con nuestras vidas la historia sagrada. Podemos sentirnos importantes, siempre que no perdamos de vista que nuestra importancia nos viene exclusivamente de ser en Dios.

El mundo interior y exterior se funden en una sola unidad armónica, en una expresión de algo que no podemos llegar a comprender realmente en toda su profundidad, pero que nos atrae sin remedio porque es la Sal de nuestra existencia.

Cuando, conscientemente, metemos en las aguas divinas los pies, las manos y el corazón, dejan éstos de pertenecernos, porque se convierten en instrumentos del mismo Dios.

Si hemos sido pensados y configurados con la misma esencia divina, aun con todos nuestros defectos, debilidades y problemas, tenemos infinitos motivos para estar agradecidos y buscar nuestro verdadero ser en todo lo que nos sucede.

Presto mi voz a la Creación diciendo: “Que en todos los momentos busque con alegría a mi Dios, mi Señor, mi Amigo, mi Yo auténtico.”

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