domingo, 1 de mayo de 2011

Desde tu tierra


“Tú te pondrás en marcha desde tu tierra” (Ez. 38)

Todos tenemos un terreno particular: nosotros mismos. Desde ahí tenemos que ponernos en marcha, no desde lo que le pasa a otro o desde lo que nos gustaría que nos sucediera en el plano virtual.

Con lo que tienes, actúa.

Con lo que sufres, levántate y camina.

Ésa es tu tierra. Ponte en camino con todo lo que eres, te guste más o menos, porque no se te ha dado otra cosa que lo que ahora ves.

Ya sé que te gustaría ser una gran persona: gran artista, gran luchador, gran trabajador, gran “exitoso”. Pero tenemos lo que tenemos y no por casualidad.

Muchas veces nuestra tierra es medianía, cansancio, un quiero-pero-no-puedo continuado, decepción y fracaso. Y eso es lo que se nos ha dado, con todo eso tenemos que caminar y librar las batallas de cada día.

Lo que somos, incluyendo nuestras horas bajas: es nuestra tierra, y ahí, tal como es, se manifiesta lo divino, porque somos “manifestación de”.

Abraza tu vida, con todas sus imperfecciones.

No te quedes parado porque no seas perfecto, no te quedes anclado en tus miserias, camina con ellas. Y fija tus ojos en tu cielo interior. Si no lo encuentras a la primera, no te desanimes, sólo con la intención de búsqueda ya has dado un gran paso.

Los grandes santos se dieron cuenta que lo importante es fijar la vista en el misterio divino que nos da la existencia y se manifiesta a través de nosotros.

Ellos eran personas como nosotros, cargados de defectos como nosotros, que supieron poner su mirada y prestar oído al arrullo de Dios en sus vidas.

Vivimos en nombre del Padre/Madre, hablamos en su nombre, sentimos por él, acariciamos de parte de él. Nuestra grandeza nos viene de él.

“Cada uno es el Buda. Buda no existe separado de uno mismo”. (Bhagavad Gita)

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