miércoles, 27 de abril de 2011

Sentirse en conexión


Tengamos los oídos abiertos para escuchar las invitaciones, las llamadas, los avisos. Para descubrir que nuestra existencia no nos pertenece y que estamos destinados a ser fuego que da calor a nuestros hermanos y que se puede apagar en el momento que nos miramos a nosotros mismos y no al Ser que nos anima.

Hay que alimentar la fe, rezando, que no quiere decir sólo mover los labios o articular palabras. Más bien es “sentirse en conexión con”.

Hay gente que no siempre sabe dónde, cuándo cómo rezar. Para sentirnos oración hay que preparar los terrenos, tener firmeza en lo que queremos conseguir, tener humildad para no creernos nadie ni dejarnos arrebatar por los éxitos o por los momentos de gloria que todos los tenemos.

El tiempo que tenemos es escaso aunque vivamos largos años. No lo desperdiciemos, salgamos de nuestro mutismo, de nuestra confusión y gritemos SÍ a todo lo creado porque todo es LUZ, LÁMPARA, CARTEL, ANUNCIO.

Abrir nuestro corazón y avivar los rescoldos que provocan llamaradas. Tenemos una vida para rezarla, dejémonos llevar por el ritmo, los compases que nos marca el Sentido del universo, por los acontecimientos que nos hablan a las claras, y veremos detalles de delicadeza extrema hacia nuestra persona, porque todo viene de parte de Alguien, que se comunica con nosotros en las cosas que nos pasan y, en todo, nos dice que nos ama.

Si estoy escuchando una música tranquila y pensando y escribiendo estas cosas, no es casualidad, él lo quiere.

¿Por qué mi insistencia desde hace pocos años en transmitir este mensaje de amor, con unas u otras palabras? No lo sé. No soy yo quien dirige.

Hace exactamente 4 años comenzaron las palabras a ordenarse en mi interior y, sin darme cuenta, empecé a escribir.

Yo me he inventado la historia de que hay una fuente dentro de mí, de la que brota agua mezclada con palabras. Es lo que más se aproxima a la realidad. Y es la única explicación que puedo articular, porque yo no sé nada.

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