domingo, 27 de marzo de 2011

Lugar de encuentro


Somos lugar de encuentro. En nosotros nos encontramos con el Amor, con el Hermano, y con Nosotros mismos.

En nuestro interior se dan cita el Creador y lo Creado. Cuando alguna de esas citas se hace consciente para nosotros, entonces surge el agradecimiento y la alabanza, y podemos unirnos a aquellas palabras: Ha hecho en mí maravillas.

Podemos dar la espalda a esos encuentros o podemos asistir como espectadores entusiastas a la obra que está representándose en nuestra persona.

Nuestro Centro está habitado, tiene huésped, tiene ambiente. El que nos habita da sentido a todo lo que nos sucede.

Yo, como lugar de encuentro con lo más íntimo, ando los caminos que la vida me tiene reservados, y acojo al hermano en mi misma intimidad, y así éste se convierte en mi huésped y en mí mismo, al mismo nivel.

Parece un poco lioso, pero es bien simple: Yo, el Otro y lo que nos da sentido, el Amor. Pero no separados tal como yo los he enumerado, sino en un mismo e idéntico sitio y momento.

Abajo las separaciones artificiales, y las fronteras, y los barrotes entre lo que no es más que una unidad, somos Uno.

Con los brazos abiertos, y las puertas de par en par, acojamos al que “la casualidad” pone a nuestro lado, al cercano, porque nuestra cita es con él, sea quien sea; y viene para ayudarme, haga lo que haga.

Así es fácil vivir. Quitando los montajes con los que enredamos y liamos las cosas. Y sintiendo siempre en positivo.

Somos constructores del universo cercano, nuestro trabajo consiste en ser humildes, trasparentes, compasivos, confiados, solidarios, luminosos, alegres, acogedores.

Cualquier granito de confianza y buen hacer aumenta la confianza y la armonía del mundo, no debemos mirar otra cosa.

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