miércoles, 9 de marzo de 2011

Interioridad


Si tomas conciencia de tu movimiento, de tus sentidos y tus sensaciones. Si cuidas tu cuerpo, y lo amas, y no lo rechazas por tener arrugas, o michelines, o manos feas, o cabeza calva, o enfermedad, o dolor. Si lo aprecias por lo que es: un recipiente sagrado, podrás dar gracias por él cuando eres joven o viejo, cuando estás sano o enfermo.

Si aprendes a expresar lo que sientes, a compartir tus temores, tus dudas, a sacar lo que te disgusta o lo que te gusta, a expresarlo con palabras o con gestos. A valorar lo que puedes hacer, y a aceptar tus limitaciones.

Si cultivas el agradecimiento, la curiosidad, la admiración por la belleza, la meditación, tendrás la puerta siempre abierta a lo que nos trasciende, a lo que está en nosotros, nos constituye y nos sobrepasa.

La realización del ser humano pasa por todos estos pequeños/grandes pasos.


Esta semana me han dado un curso sobre interioridad. En él se decía que lo interior abarca también lo exterior, y que lo contrario de la interioridad no es la exterioridad sino la superficialidad. Y se hablaba de la importancia de ser consciente de uno mismo, tanto a nivel corporal, como emocional, como trascendente.

Realmente ha cambiado la visión de las cosas en nuestro mundo. Porque antes se hablaba directamente de lo trascendente, saltándose el escalón del cuerpo, al que sin duda se rechazaba. Ahora es la pieza clave, porque es lo que tenemos, nuestro anclaje, nuestros sentidos: tan ignorados y tan sabios. Estamos inmersos en la realidad de una forma sensorial. Es nuestro canal natural para acceder a todo.

De ahí la importancia de ser conscientes, de mimar nuestras sensaciones, de experimentar más allá de lo que normalmente solemos hacer. De sacar partido a los sentidos que son nuestro radar para captar lo divino.

Tenemos un mundo apasionante por explorar, de sensaciones y emociones, de reflexión y silencio. En último término, interioridad es una toma de conciencia de que existimos en Dios, que es la fuente de agua viva de la que brotamos.

Todo es un camino de acercamiento al misterio que nos acompaña.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mens sana in corpore sano.

Debo aprender a escuchar también a mi cuerpo, como aprendemos a escuchar a nuestras emociones.

TE QUIERO MAMÁ.

Anónimo dijo...

Os recomiendo el libro de CCS "Educar en el silencio y en la interioridad" es una experiencia educativa muy interesante!.

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