domingo, 2 de enero de 2011

Como cualquier padre


Como cualquier padre humano, Dios siempre nos anima a amar. El corazón de un padre, de una madre, se desgarra cuando los hijos no se hablan entre sí, se distancian, se pelean.

Como cualquier padre, no se cansa de suplicarnos que nos llevemos bien, y nos lo dice a través de las grandes figuras que le han experimentado plenamente, una de las cuales es Jesús.

Es muy complicado representarse a Dios, mejor dicho, es del todo imposible. Nuestro amigo Jesús lo ha simplificado llamándole “Padre”. Nosotros somos “Hijos”, y él quiere que nos portemos como “Familia” unida.

Así es fácil de entender. Todos dominamos esos conceptos. Esta visualización o representación está al alcance de nuestro entendimiento. Jesús nos aproxima a Dios con estas enseñanzas tan sencillas. Le podemos entender como padre, como hermano, como pariente nuestro.

Estamos muy limitados en la capacidad de comprensión de lo esencial, se nos escapa el meollo del asunto; sólo vemos con nuestros ojos, sólo sentimos con nuestro trozo de piel, sólo oímos con nuestro par de oídos. No es suficiente para captar el misterio que nos envuelve. Pero sí se nos ha dado el testimonio de grandes personas: Jesús y tantos santos. Ellos ven más que nosotros, porque han recibido dones extraordinarios.


Rumí (1207-1273): No te preocupes por los accidentes que produce el mundo sin cesar, de todo lo que ocurre, nada es duradero, no te preocupes, considera cada instante como una suerte. No te preocupes por lo que ha ocurrido, ni por lo que ocurrirá.


Eckhart (1260-1328): Sea pues, enfermedad o pobreza o hambre o sed o lo que sea, aquello que Dios te imponga o lo que Dios te dé o no te dé, para ti todo esto es lo mejor.


Thomas Merton (1915-1968): Nosotros no vemos el camino que queda delante de nosotros. Parece oscuro, pero Dios es el Señor de todos los destinos y su voluntad es amor.


Etty Hillesum: (1914-1943) (Desde el campo de concentración) Creo que siempre y en todas partes me sentiré en los brazos de Dios. Tal vez me destruyan físicamente, pero nada más. Tal vez caiga presa de la desesperación y tenga que soportar unas carencias que no pueda imaginarme ni en mis fantasías más sombrías. Y, sin embargo, todo es insignificante si se mide con el inmenso sentimiento de la confianza en Dios y con las posibilidades que ofrecen las vivencias interiores.


Jesús: No dejéis que vuestro corazón se endurezca por las preocupaciones de esta vida.

Nadie puede tener nada si Dios no se lo da.

Haced con los demás lo mismo que queréis que los demás hagan con vosotros.


Yo confío ciegamente en lo que me dicen ellos. Para mí, son mis ojos, mis oídos, me prestan su sabiduría. Yo bebo de ellos.

Yo, como cualquier hijo, busco mi identidad y mi lugar en el corazón de mi Padre, y exploro las posibilidades de mi mundo externo e interno. A veces, me pierdo por los caminos y parece que voy sin rumbo fijo, pero mi Padre, como lo hace cualquier padre, se encarga de darme lo que necesito en cada momento, nunca estoy fuera de su amor y de su cuidado. Puedo vivir tranquila.

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