Yo, palabra pronunciada
sobre el asfalto, sobre los siglos,
entre las sombras de mi destino,
entre los llantos y la esperanza.
Yo, vida entre las vidas,
muerte entre otras muertes,
con el poder de soñar
y traspasar mi materia,
te invoco a ti, oh Voz,
que te haces llamar Palabra.
Desde que salí de tus labios
para habitar mi galaxia,
desde ese día lejano,
busco mi camino de vuelta,
personal y solitario.
Yo, que también me compongo
de letras y de palabras,
inseguras, balbuceantes,
torpes y entrelazadas,
que construyo en mis entrañas.
Yo te llamo a ti y te convoco
a una reunión en mi centro,
ausentes las grandes voces,
presente sólo el silencio,
sin prisas, ni cosas innecesarias
sólo con mi verdad y mis ganas.
Una reunión en mi cuerpo.
Yo, gota pequeña en mi Agua,
grano de arena en mi Tierra,
chispa de luz en mi Fuego,
fugaz suspiro en mi Aire,
te ruego a ti, Dueño Amado,
presente sin que te llame,
pues eres mi Yo sagrado.
Dame calma y confianza
para vivir con sentido,
para poder compartir
lo que yo misma he recibido.
No me retires el puñal de la añoranza
y la desazón del deseo
que me guían en mi noche,
y me hacen avanzar
con ilusión renovada.
Y si las fuerzas se apagan,
y no puedo caminar, ni planear
ni utilizar la palabra,
déjame usar mi libertad
nada más que para amar.
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