miércoles, 10 de noviembre de 2010

Me asusto si pasan los días


Me asusto si pasan los días

sin sentir, ni soñar,

ni respirar esperanza.


Me relajo cuando hablo

con la naturaleza,

con mis seres invisibles

y con mi yo interior.


Me entristezco cuando noto

mi corazón de piedra, insensible,

egoísta y malcriado.


Me alegro cuando todo

a mi alrededor sonríe:

el aire, los árboles,

el mar, el horizonte,

las cosas y las personas.


Me muero cuando las prisas,

los agobios y el estrés,

me alejan de mí.


Me reconforto siempre con el apoyo

de una mano,

de un abrazo,

con la mirada única y amorosa

que me mira a través de todos los ojos.


Me desequilibro cuando me creo

el ombligo del mundo

y el centro del universo.


Me expando si me alcanza

la lluvia, el sol y la paz de la tierra.


Me sereno cuando escucho

la vida dentro de mí,

y si camino con humor,

y con amor.


Cuando me voy por las ramas

y por los alrededores

de mi persona,

me estrello.


Me recupero

si en mi larga noche

y en mi gran día,

te veo.

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