miércoles, 27 de octubre de 2010

Una flor al borde de un camino


Una flor al borde del camino
siempre sonríe,
también cuando se marchita
incluso cuando se muere.
Sonríe porque es belleza,
sonríe porque es pequeña
y porque a nadie domina ni dirige.

No se carga de las tensiones
que la rodean.
Sólo nace, vive, muere,
mirando siempre a la luz,
y se siente amada y bella.

Una piedra dentro de un paisaje
es pura fuerza,
ocupa un espacio reservado para ella,
no aspira a más,
no quiere usurpar terreno,
ni pretende hacerse grande,
decora con humildad
los más grandiosos paisajes.

Una persona que sueña la eternidad
es puro don,
como la piedra.
Sólo es belleza,
como la flor.

Adorna la humanidad
con deseos encendidos,
sonriendo,
disculpando,
abrazando su destino.

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