A veces, pasamos por el mundo
sin ver el norte,
ni oler perfumes,
ni oír las voces
que en el silencio nos acompañan.
A veces, andamos por la vida
sin alcanzar con nuestras manos el infinito,
ni percatarnos de la aventura
apasionante que emprendemos
al respirar.
A veces, estamos muertos
a lo humano y a lo divino,
y tenemos nuestros cuerpos sepultados
en las rutinas y en los horarios.
A veces no estamos hechos
ni de neuronas, ni de materia,
ni de suspiros, ni de deseos,
sino de piedra,
de dura piedra.
Y por caminos invisibles
y únicos,
llega de nuevo la mano
que nos despierta.
1 comentario:
Que gran verdad, a veces pasamos por la vida como si no fuera con nosotros la cosa. Pero entonces sin saber muy bien porque, fijamos nuestra atención y nos damos cuenta del milagro que está ocurriendo a nuestro al rededor y en nosotros mismos, la vida.
Gracias mamá.
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