Recorremos una estela invisible pero muy real cuando sentimos esa voz que nos llama por nuestro nombre. Algo nos atrae, nos pone en búsqueda y nos hace salir de nuestro autocentramiento. Comenzamos a hacernos preguntas que no podemos responder y la vida se nos transforma en aventura y desafío.
Experimentar todo esto aumenta nuestro agradecimiento, a la vez que ganamos en sensibilidad hacia los pequeños detalles, que son las caricias constantes que la vida nos da.
Qué hacer para despertarme de mi letargo, y darme cuenta de lo excepcional que es estar aquí, el privilegio de cada segundo de vida, cómo concienciarme de que ya he llegado a mi meta, que es este momento de luz y de oscuridad, todo a un tiempo.Todo está para mí, y viene en mi auxilio. Todo me enseña a vivir plenamente, que es la única manera real de vivir.
En este viaje alucinante, me puede pasar como el pececillo que buscaba el océano y no lo encontraba, es decir, también se me puede apagar la luz y no ver el qué ni el para qué, pero aún así la travesía sigue siendo luminosa y grandiosa.
Sé que voy dentro del tren de la gracia, a veces disfrutando del paisaje y de los encuentros con los compañeros de camino, otras distraída, pero el tren carga igualmente conmigo, generosa y amorosamente. Tener esa confianza y esa seguridad lo es todo, porque sea como sea y haga lo que haga, nunca puedo estar fuera de ese océano infinito de amor sino dentro.
Lo esencial se derrama sin medida y se me da a manos llenas. Mi único propósito es ser consciente de ello y agradecer.
1 comentario:
Recorremos una estela de vida invisible
A veces conscientemente otras distraída
Pero siempre soy cargada por El
Generosa y amorosamente.
Nos queda confiar a morir y ser concientes.consciente
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