Sin movernos de nuestro sitio lanzamos energía al mundo, que son mensajes necesarios, porque el mundo nos necesita, para eso hemos llegado. Somos tierra de encuentro, en nosotros mismos se dan la mano universo, conciencia y todos los corazones amigos, en este presente eterno e infinito.
Siendo frágiles como somos, hemos venido con una mochila llena de vida buena, de fuerza humana y amorosa. Parece una contradicción, pero así es, tenemos los dos extremos: fuerza y debilidad.
Dentro llevamos el infinito, o lo que es lo mismo, todo el cielo. Qué decidimos hacer con ese cielo, porque sencillamente se trata de una elección. Podemos ponernos a su servicio o también ignorarlo, pasar de él, como si no estuviera.
Sin embargo, es imposible ignorarlo porque algo mucho más fuerte que nosotros nos impulsa a buscar esa dimensión que nos hace sentir tan bien, y se encuentra en lo más sencillo, donde menos lo esperas: en cualquier actitud de servicio, de entrega, de acogida y ayuda. En cualquier amistad, en todos los gestos de cercanía y ternura. Lo que damos, siempre se nos devuelve multiplicado por infinito. Y eso nos lleva a querer más.
Al final, eso es lo que llamamos la batalla de la vida: conquistar porciones de ese cielo que ya nos constituye, porque camina con nuestros pies y ama con nuestro corazón.
Visto así, es sencilla la vida. Tan solo tenemos que desprendernos de lo que no necesitamos, y aprender a caminar confiadamente. Para ese aprendizaje nos ayuda parar, hacer oración, meditar, reflexionar… y así, de esta manera, llegamos a ser la persona que hemos venido a ser.
2 comentarios:
Tan solo tenemos que desprendernos de lo que no necesitamos, y aprender a caminar confiadamente.
"Todos los gestos de cercania y ternura, todo lo que damos se nos vuelve multiplicado infinitamente.
Tan solo tenemos que desprendernos de lo que no necesitamos y aprender a caminar confiadamente"
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