Unas cuantas palabras escritas o pronunciadas son tan solo tímidos reflejos de una vida, pero nada más. Lo que es más grande, más hondo, más auténtico, no se puede expresar, no cabe en palabras. Por ejemplo, cómo expresar el amor que nos une a los padres con los hijos, a los hermanos entre sí, a los amigos.
Cómo expresar el anhelo infinito de verdad que nos consume, la delicadeza de cada mirada, el asombro al contemplar cada pequeño detalle, la inocencia de un niño pequeño, la profundidad de la oscura noche, la alegría del sol que sale, de una planta que brota, la fuerza de unas manos que permanecen unidas.
Vivir contiene tanta carga emocional y afectiva, tanto océano infinito, tanto paraíso a la vista, que es imposible ponerlo en palabras. Lo que hacemos son torpes aproximaciones, pequeños esbozos, balbuceos.
Pero sí podemos vivirlo y saborearlo, aunque sea a pequeñas dosis, en momentos puntuales. Sentir la vida en total plenitud es para unos pocos, los demás bebemos de lo que ellos nos han dejado. Son nuestros maestros, nos señalan el camino.
No tenemos entre manos una faena más grande y apasionante que la de ser nosotros mismos, con lo que se nos da cada día. Nuestro caminar no es lineal, tenemos avances y retrocesos, momentos mejores y peores. A todo lo que está dentro de nuestro plan, le damos la bienvenida porque todo lo necesitamos en este peregrinar único que es la existencia.
Y en el camino a través de nosotros, cuando en el corazón hay armonía, sin necesidad de palabras se desborda en el mundo lo que somos y sentimos. Es nuestra verdad. Es nuestra música.
2 comentarios:
Vivir contiene tanta carga emocional y afectiva, tanto océano infinito, tanto paraíso a la vista, que es imposible ponerlo en palabras
Vivir contiene tanta carga emocional y afectiva, tanto océano infinito y paraiso a la vista que es imposible ponerlo en palabra, hay que saborear la vida, todo lo intensa y profundamente que podamos, con lo que nos toca día a día.
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