Paz interior

 

Al igual que en un tablero de juego, voy avanzando en mi camino interior, tengo una sola ficha para alcanzar la tan deseada meta, esa ficha soy yo misma. Ese es mi campo de acción, no otro. 

Se trata de abrir claros de paz en el mundo desde el tiempo y el lugar que me ha tocado vivir. Para ello tengo que poner orden en mi casa interior, tenerlo como prioritario, no dejarme influir por prejuicios ni por circunstancias externas, para que florezca la paz que ya me habita porque es mi naturaleza. De esta manera, mi presencia pacífica hará que se amplíe la paz del mundo.

Uno de los pasos es dejar el pasado en su sitio, porque ya pasó. También no adelantar preocupaciones por el futuro que me quitan la calma del momento presente. Abrazar interiormente todo lo que me sucede, y si es necesario perdonar o pedir perdón para poder seguir avanzando.

Esa única ficha que tengo en mi mano, yo misma, voy descubriendo que es una perla preciosa, un delicado tesoro que tengo que cuidar y saborear, para eso se me ha dado. Ahí se encuentra todo lo que necesito para sentir y para vivir, ahí está la luz del mundo. En mi misma fragilidad habita la sabiduría infinita, y su voz es paz interior. Escuchar esa voz es de algún modo haber alcanzado mi meta o haber tocado el cielo.

Es más gratificante vivir así, me da mayor libertad y plenitud, además puedo hacer más fácil el camino de quienes están a mi lado.