Es tiempo de crecer, siempre lo es. De pararnos, para poder caminar de otra manera. Nuestro modo de vivir habitual, está “en pausa”. Es momento de que salga nuestra creatividad, y está saliendo. Es hora de repensarnos, para poder continuar, con otra mirada, más auténtica, menos superficial.
Metas nuevas, rutinas diferentes,
ilusión renovada.
El ruido exterior que nos acompaña,
se ha silenciado, en parte. Vemos que, a pesar de todo, gracias a todo, la vida
sigue, con fuerza. Imposible más fuerza, estando limitados nuestros
movimientos. Somos únicos, un encanto.
Mucha gente se queja, los que
siempre se han quejado. Mucha más gente agradece y se emociona ante el derroche
de ternura y solidaridad en el ambiente.
Un tiempo nuevo, de reinventarnos,
para llegar adonde siempre queremos llegar: ser felices y hacer felices a los
demás. Muchos siglos con ese mismo deseo en el corazón, de generación en
generación. Uno tras otro, somos una copia repetida hasta el infinito.
Todos, toda la totalidad de lo que
existe, somos el Hijo amado, que palpita en las entrañas de su Padre-Madre
amoroso. Ese es el único sentido de estar aquí. Esa es la gran revelación que
nos toca descubrir en cada jornada vivida.
Ahora es el momento propicio, para
todo. No lo dejemos pasar sin mimarlo, sin abrazarlo como a una criatura
querida, como a un milagro cotidiano, porque es vida en comunión.
Santo Tomás: “Sea lo que sea que me pase en este mundo, nada puede pasarme que Dios
no quiera. Y todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en
realidad lo mejor”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario