domingo, 26 de abril de 2020

El mundo de los humanos


Estos días recibimos bombardeo de preciosas frases para animarnos en estos momentos de incertidumbre.

“Hoy es mi día favorito”, es una de las que me han llegado. No tenemos más que este momento, y es el mejor porque es el que hay, no hay otro. Si tomáramos consciencia de que cada instante es el mejor y el único, tendríamos ganas de agradecer por haber llegado hasta aquí. Porque la vida solo te pide ser feliz, y emplea todas sus energías bondadosas para que tú lo consigas.

El universo (Dios) te reconoce y está en ti para ayudarte. Siéntelo así, experimenta ese amor sin medida, da igual que algo te haya salido mal o que hoy te hayas levantado con mal pie, eres un hijo, una hija, muy deseado, programado desde un corazón inmenso.

La grandeza de la vida es tanta que no nos cabe en el entendimiento, ni en el cuerpo. No podemos entenderlo, ni imaginarlo. Por eso viene en nuestra ayuda la fe, que significa decir: no entiendo, pero confío, y me entrego a ese plan preparado para mí, con ganas, con ilusión, aunque ese plan pase por enfermedad, o por cualquier contratiempo.

No es que soy feliz porque la vida me va bien, sino que soy feliz porque estoy aquí, he nacido, y ese es el mayor milagro que yo tengo a mi alcance.

Con esa radical opción, todo es como debe ser. Porque es natural no ser perfecto, es bien recibido equivocarse, está bien que no estés bien, es normal la fragilidad, las emociones negativas también tienen cabida en nosotros… Al asumir todo esto, aceptamos plenamente el mundo al que pertenecemos, el de los humanos.

La aceptación es la clave, es la base para practicar la confianza tan necesaria.

Para mí como creyente, se trata sencillamente de avanzar allí donde estoy, con la luz que Dios me da en este momento.

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