Estos días recibimos bombardeo de
preciosas frases para animarnos en estos momentos de incertidumbre.
“Hoy
es mi día favorito”, es una de las
que me han llegado. No tenemos más que este momento, y es el mejor porque es el
que hay, no hay otro. Si tomáramos consciencia de que cada instante es el mejor
y el único, tendríamos ganas de agradecer por haber llegado hasta aquí. Porque la vida solo te pide ser feliz, y emplea
todas sus energías bondadosas para que tú lo consigas.
El
universo (Dios) te reconoce y está en ti para ayudarte. Siéntelo
así, experimenta ese amor sin medida, da igual que algo te haya salido mal o
que hoy te hayas levantado con mal pie, eres un hijo, una hija, muy deseado, programado
desde un corazón inmenso.
La grandeza de la vida es tanta que
no nos cabe en el entendimiento, ni en el cuerpo. No podemos entenderlo, ni
imaginarlo. Por eso viene en nuestra ayuda la fe, que significa decir: no
entiendo, pero confío, y me entrego a ese plan preparado para mí, con ganas,
con ilusión, aunque ese plan pase por enfermedad, o por cualquier contratiempo.
No es que soy feliz porque la vida
me va bien, sino que soy feliz porque estoy aquí, he nacido, y ese es el mayor
milagro que yo tengo a mi alcance.
Con esa radical opción, todo es
como debe ser. Porque es natural no ser perfecto, es bien recibido equivocarse,
está bien que no estés bien, es normal la fragilidad, las emociones negativas
también tienen cabida en nosotros… Al asumir todo esto, aceptamos plenamente el
mundo al que pertenecemos, el de los humanos.
La aceptación es la clave, es la base
para practicar la confianza tan necesaria.
Para mí como creyente, se trata sencillamente
de avanzar allí donde estoy, con la luz que Dios me da en este momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario