domingo, 13 de octubre de 2019

Grupos de fe


La Palabra de Dios siempre sienta bien. Los grupos de fe, las comunidades de oración siempre nos hacen crecer. Dedicar un tiempo a la reflexión, la meditación, el silencio contemplativo, nos ayuda. Porque es invertir en crecimiento interior, y eso es lo que mayor satisfacción nos da.

Nuestra tarea: quitar todo lo que impide la paz y la alegría. Rastrear en los Evangelios para ver cómo. En las narraciones o parábolas hay muchísimo mensaje, y son fáciles de entender. También mirar con lupa lo que dicen tantas personas de fe, inspiradas y sabias.

Poder compartir en grupo nuestros avances o retrocesos en ese terreno espiritual es una gozada, en ningún otro sitio podemos expresarlo de igual manera. Porque ahí somos conscientes de nuestra común peregrinación en busca de esas aguas cristalinas o divinas de las que brotamos y que tanto nos atraen.

Lo que importa es ganar en confianza. Hay que tener en cuenta que, al confiar en ti mismo, estás confiando al mismo tiempo en los demás y en Dios. Por tanto, todo son ganancias. Si la fe no nos sienta bien, entonces hay que replantearse en qué creemos realmente.

No me cansaré de subrayar el bien que hacen los distintos grupos de fe, todos ellos sirven para facilitarnos ese alimento del espíritu-cuerpo, del que estamos tan necesitados.

Con el farol de la esperanza bien alimentado y la gratitud en nuestra piel, podremos lanzarnos a nuestro mundo tan necesitado, “la mies es abundante”. Para ser esos obreros que ponen su granito de arena al servicio de los demás, poder anunciarles que ese otro mundo posible, ya está aquí, y unir nuestras manos en una emocionada acción de gracias.

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