Perforar en mi materia, para llegar
a la única luz que puede alumbrarme el camino.
Madeleine Delbrêl nos habla de las
perforaciones, “estemos donde estemos,
allí está Dios”, podemos conectar durante unos segundos con él, en medio de
nuestros trabajos y ocupaciones. Son pequeños instantes que dan sentido a toda
la jornada. “Son momentos de oración
preparados para nosotros, en la medida en que nosotros estemos preparados para
ellos”.
Perforar es recordar también para
quién vivo, quién me ha soñado y me ha dado un nombre, por amor. Quién me está
esperando con paciencia infinita, dentro de mí, en cada momento.
Para esta oración breve, no hace
falta “tener tiempo”, se puede hacer mientras se espera el autobús, en la cola
del supermercado, atendiendo mis quehaceres.
Es decir, sencillamente: “Aquí estoy, para ti”, “Gracias, gracias,
gracias”, “Qué bien que estás aquí”.
Cualquier frase sirve, de las que
nacen en lo más hondo. También cualquier plegaria: “Padrenuestro”, “El Señor es mi Pastor…”
Esos instantes nos conectan con la
trascendencia, en la que vivimos sin ser conscientes de ello, nos elevan sobre
nuestra materia y nos llevan al mundo espiritual, más allá de nuestros
sentidos, de lo que vemos y tocamos.
Todo pasa y todo desaparecerá, pero
no mi yo verdadero, que es el que busco en mi interior, con el que quiero
conectarme en mis oraciones y, también, en mis breves y entrañables
perforaciones.
El Amor siempre quiere llegar hasta
mí, y lo hace en el momento que yo le dejo. La iniciativa de esos momentos de
encuentro, o perforaciones, parte de mi fiel enamorado.
Todo está preparado para que esa
parte mía despierte, no hay vuelta atrás. Tan solo tengo que creérmelo y disfrutar
de ese feliz alumbramiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario