Es increíble cómo está todo tan relacionado. Si meditamos, cultivamos
nuestra interioridad y hacemos sitio para el agradecimiento: dejamos espacio
para la bondad, esto se refleja en nuestro cuerpo, las endorfinas, que son las
hormonas de la felicidad se despiertan, nos unimos a los que nos rodean,
expresamos afectos que nos benefician, somos vehículos de compasión, nos
preocupamos por los otros, somos amigos de nosotros mismos, dejamos atrás la
indiferencia y nos abrimos de un modo cálido a todo lo que nos va llegando.
Además nos relajamos, aprendemos a conocernos y aceptarnos tal como somos,
y experimentamos momentos sencillos de saborear el aquí y el ahora.
Todo son ventajas en ese pararse y mirar con ternura. Esto se parece a lo
que llaman: Stop, look, go. Es decir: Para, mira y anda, igual que cuando
cruzamos una calle. Primero parar, aunque sea unos momentos, para mirarte,
después de esa toma de consciencia se pasa a actuar, ir.
Vamos acelerados, con mucha prisa porque tenemos demasiadas cosas que
hacer. Y cuanto más corremos más cosas nos perdemos.
En cada momento tenemos la oportunidad de disfrutar y respirar agradecidos,
incluso cuando se nos amontona la faena. Hay que estar atentos y dar
importancia a lo que es importante. Nada más.
Nuestra faena es ese poner atención sobre el momento presente para poder
agradecer lo principal: que estamos aquí y somos amados, incluso mimados.
Lo que conseguimos para nosotros, lo conseguimos para el mundo. Si
meditamos, tenemos calma y somos agradecidos, nuestro mundo será mejor.
2 comentarios:
Me encanta como tus palabras son un vehículo para acercarnos, con tanta ternura, a nuestro centro. Y desde ahí, para levantar la mirada confiados y agradecidos.
Gracias de nuevo.
Me encanta como tus palabras son un vehículo para acercarnos, con tanta ternura, a nuestro centro. Y desde ahí, para levantar la mirada confiados y agradecidos.
Gracias de nuevo.
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