Ser libres es saberse libres. La libertad pasa por ser conscientes y se
disfruta interiormente. Esto es, se puede estar encerrado entre cuatro paredes
y sentirse libre. Etty Hillesum en medio de todas las restricciones a los
judíos, en la Alemania nazi, miraba al cielo y se sentía feliz pensando que
jamás se lo podrían quitar.
Soy libre para amar y bendecir mi existencia, y dejarla a merced del viento
de los buenos espíritus que me dan vida y acompañan.
Soy libre para pedir perdón y también perdonar, en cualquier circunstancia.
Eso es muy sanador.
Libre para agradecer cada rayo de sol, cada amanecer, cada brisa suave
sobre mi piel. Para unir mis manos en oración y besar la tierra que piso.
Libre para dar y recibir amor, que es un doble movimiento de una sola
acción: vivir.
Es preciosa mi libertad.
Escribí en una poesía:
“Mi libertad y yo
hemos estrenado un nuevo
camino
y hemos arreglado una
nueva casa,
hemos cambiado planes
y alterado horarios
para no tener que
separarnos.
Y es mi mejor aliada,
no para,
no le asustan las
barreras,
no teme
porque es confiada,
no habla,
actúa en silencios,
y nunca se agota
su esencia sagrada.
Huye de seguridades
igual que si fueran
cárceles
vive libre de ataduras
y de bienes materiales
Es amiga de la luz
y de lo sabio
de la calma y el sosiego
renueva mis energías
y hace grande mi tiempo.”
Sigo pensando lo mismo, ser libre me lleva a huir de seguridades y
ataduras, a ser agradecida, confiada y también ser amiga de la sabiduría
infinita.
La libertad me lleva siempre a una mayor amplitud de miras y, por supuesto,
a más paz.
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