Persona: acogedora, cercana,
profunda, sólida, humana.
Si la persona no acoge, se queda
en la distancia y en la superficialidad. Si no es firmemente humana, algo
esencial le falta, está lejos de su realización plena.
Conocemos muchas personas con esa
plenitud de vida, con esa cercanía y alegría en el vivir, también conocemos
algunas muy distantes y cerradas en sí mismas.
Ser acogedor y hospitalario es la
regla número uno de la convivencia humana. Eso lo tienen claro los musulmanes.
En el momento que entras en su casa eres más importante que su propia familia.
El otro día, con un grupo de amigas, fuimos a visitar una mezquita. No nos
esperábamos el entrañable recibimiento, la alegría del encuentro, incluso la
comida y bebida que nos habían preparado. Nos dieron una lección de cómo hacer
un mundo humano.
Quedamos en que nos devolverían la
visita. No hay separación entre las religiones ni entre personas porque una
sola es la paz del corazón. No tenemos que fijarnos en las personas enfermizas
que distorsionan el sentido de todo y hacen daño en nombre de la religión.
Todo aquel que viene es enviado
por alguien para que se encuentre conmigo, en su nombre. Tengo que agradecer y
preparar ese recibimiento. “La persona que llega es la persona correcta” dice
una ley de espiritualidad. Todas las personas están para hacernos aprender y
sacar lo mejor de nosotros. Quién lo diría, con las dificultades que tenemos
con determinadas personas. Pero esas dificultades sencillamente están en
nosotros, nada tiene que ver la otra persona.
Los problemas surgen en nosotros y
también se arreglan dentro de nosotros. Los demás son una excusa para echarle
la culpa a alguien de lo que no tienes resuelto interiormente. Ese “por tu
culpa” que tanto nos gusta decir, lo deberíamos cambiar por “gracias a ti”,
porque todo nos ayuda a formarnos y aprender.
2 comentarios:
Como siempre, palabras sabias llenas de luz que guían.
Gracias una vez más.
Como siempre, palabras sabias llenas de luz que guían.
Gracias una vez más.
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