Somos dos. Yo en relación con
Alguien que siempre me acompaña en mi interior, con el que hablo y quien me
habla, al que escucho y que me escucha. Con el que comparto silencios y
vivencias.
Ya sé que no es del todo correcto
decir que somos dos, pero a mí me sirve para explicar esa sensación de
acompañamiento amoroso en el que vivo.
La vida es más llevadera siendo
dos viviendo en confianza. Porque ese sello de amistad que llevamos dentro lo
pasamos de modo natural a nuestro actuar cotidiano.
Yo soy dos. Eso me da más fuerza,
más empuje. Llevo energía prestada, regalada, y soy consciente de ello.
Lo que sucede en mí sucede en
todos, solo hay que focalizar la atención sobre ello para experimentarlo.
Con ese diálogo íntimo vamos
encontrando nuestro ser auténtico y llegamos a estar vivos espiritualmente.
Todo lo que salga de ahí será original, será verdad, porque habremos puesto en
ello lo mejor de nosotros mismos.
Esa confianza en “el amigo
interior” nos hace desprendernos de todas las superficialidades que nos atrapan
para apreciar la sencillez de vivir con lo esencial, eso es ser espirituales.
Ese diálogo íntimo es sanador,
porque puedes mirar a la cara a todo lo que te pasa, a cualquier problema. No
conviene dejar aparcadas o escondidas emociones que nos hacen daño.
También es fuente de alegría,
porque nunca te sientes solo y además tienes recursos para encarar las
dificultades, que siempre vienen.
Y nos da una confianza básica para
vivir y sufrir, dos acciones siempre unidas.
La Energía que me mueve, también
llamada Espíritu, es mi pareja perfecta, es tierna, paciente y poderosa, y
tiene claro lo que quiere para mí. Ella dirige mis pasos y me da lo que me hace
falta.
Yo me fio de ella con el precioso
regalo de la fe que he recibido de sus manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario