Necesito
espacios de silencio y tranquilidad, paseos callejeando, con la caricia de la
brisa y la belleza del cambiante cielo, asombrarme y asomarme a todos los
paisajes, tomar distancia de lo que me rodea y retomar una y otra vez mi
diálogo interno, aun en medio del bullicio.
Entregarme con
ganas al proyecto diseñado para mí, sin entender muchas veces, confiando
siempre.
Sentirme
comunidad con los que me rodean. Ser ciudadana del universo.
Creo que hay que
proponerse instaurar la alegría en nuestro mundo. Siempre que podamos, atajar
la amargura y el enfado. No es fácil, pero es nuestra meta: el Reino de la
Confianza Total y del Cariño. Ese es el motivo por el que estamos aquí. Y ese
es el fruto natural que damos cuando estamos centrados en lo principal: la
compasión, la cercanía, el cuidado de toda vida.
Nuestro propio
edificio está construido sobre muchas piedras, pero hay una que sostiene a
todas las demás, es la Piedra Angular, lo dice el Evangelio. Esa Realidad
nuestra no debemos perderla nunca de vista, porque si la tenemos presente,
todas las demás piedras encajan y se armonizan unas con otras.
Cada día crearé
un lenguaje sanador y liberador para no olvidarme de lo que es importante, no
quedarme atrapada en las piedras secundarias, tantas situaciones que me
distraen, sino asentar mi vida tan solo en mi Piedra Preciosa, ella es la
principal, la que me da sentido.
Encenderé la
mecha de mis días con ese propósito, me gastaré poco a poco para cumplir mi
misión, conscientemente. Sostenida y segura en mi Piedra Angular.
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