Cómo demostrar la existencia de
Dios si no es amando. Porque una explicación teórica, con muchos argumentos,
convence solo a quien quiere ser convencido. En cambio un acto de ternura,
entrega y cariño siempre tiene un gran poder de convicción.
Cómo enseñar amor si no es amando.
En internet se puede ver “La carrera de mi vida”: un deportista en unos juegos
olímpicos se accidentó, cojeando quiso terminar su carrera, alguien entre el
público saltó rápidamente a ayudarle, era su padre. Son unas imágenes muy
emocionantes. Así es Dios, dice el vídeo al final.
Conviene reflexionar sobre todas
las personas o las situaciones que nos ayudan porque si no las enfocamos y les
prestamos atención puede ser que ni nos hayamos dado cuenta de cómo somos
ayudados. Ese familiar, ese amigo o ese casi desconocido que en algún momento
están demostrándonos su cariño y apoyo. Todo viene de parte de Alguien que no
se va a manifestar más que a través de todo lo que nos sucede.
Cómo demostramos la trascendencia
a través de nuestra persona: siendo transmisores de luz y de paz.
No es tan difícil echar mano de lo
que llevamos dentro, instalado de fábrica, aunque algunas veces lo tengamos
oxidado de no ejercitarlo. Es el amor que todo lo une, lo apaña, lo salva y lo
hace grande, infinito.
Se trata de que lo que recibimos
como regalo, lo demos en ofrenda, de poner una mirada limpia sobre todas las
cosas y de sembrar el mundo de te quieros.
Decir gracias con la vida
como moneda de cambio,
yo te la doy en ofrenda,
tú me la has regalado.
Decir sí a mis destinos
y mis encuentros,
poner una mirada limpia
por mis senderos,
dejar reguero de estrellas
y de te quieros.
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