He leído que se
necesitan personas que hagan el viaje hacia el desierto interior para
experimentar la victoria de Cristo y a través de la propia experiencia, abran
el camino a los demás.
Me ofrezco para ese
viaje.
Hay un pasaje
evangélico, el de Jesús caminando sobre las aguas, que expresa claramente cuál
es esa victoria que tenemos que experimentar. Porque nosotros también somos esa
barca lejos de la orilla y con el viento en contra. Y en medio de nuestra
oscuridad hemos recibido la llamada: ven. Y, entonces, nos ponemos en marcha. Dependiendo
de nuestro grado de confianza, vamos sobre las aguas revueltas sin que nos
asuste su turbulencia o nos hundimos al primer problemilla.
Ese viaje hacia el
interior lo realizamos precisamente para eso, para desprendernos de todo lo que
no necesitamos, porque nos obstaculiza. Y lo primero que no nos hace falta es
el egoísmo, el pensar que tenemos la razón y creer que todo tiene que girar en
torno a nosotros. También el amor propio, el orgullo y el enfado.
Cuando recibimos la
llamada para caminar sobre las aguas, se nos regala la fuerza necesaria para
ello, para no venirnos abajo al menor contratiempo. Por eso, caminemos sabiendo
que la victoria ya la tenemos porque somos criaturas amadas y ayudadas hasta el
infinito.
En este viaje que
hemos emprendido, podemos abrir caminos a la unión y al diálogo sincero o
podemos poner trabas y barreras que dividen y separan, para acabar creando
espacios de desamor. En nuestras manos está una u otra actitud.
Sí, me ofrezco a
hacer ese viaje al desierto interior, porque ya he experimentado que es lo que
me da más paz, lo que me da sentido y hace que me sienta persona humana en
plenitud.
Estoy enganchada a
ese espacio en el que tras su aparente sequedad habita una presencia viva y
donde brota una inagotable ternura.
Se puede decir que
vienes con un mensaje sobre tu persona, porque digas lo que digas y señales
donde señales, los demás se van a fijar en lo que tú eres, es decir, tu vida
tal como se está desarrollando es tu mensaje. Lo que queremos transmitir lo
tenemos que llevar puesto en todas las células. Como dice Fidel Delgado: “Vayamos donde vayamos vamos enteros y el
mensaje es el mensajero”.
En esta aventura que
es el viaje de la vida, miremos cómo vamos de confianza, y si llevamos alegría
para el camino.
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