domingo, 11 de mayo de 2014

Hisoria sagrada personal


Hablamos unos a otros de parte de Dios. Somos profetas. Cuando en la Biblia dice innumerables veces que Dios les habló, se refiere a través de las personas, de los acontecimientos. No sucede que siglos atrás hablase y ahora esté callado.

El mandato: “Habla en mi nombre”, es para cada uno de nosotros. Con nuestros labios y nuestro corazón comunicamos buena energía y buenas intenciones, con eso ya hablamos en nombre de la Bondad que nos guía. Y sobre todo, con el día a día de nuestras actividades podemos transmitir un mensaje de entrega, de amor, de confianza.

Nuestro barro, los huesos secos que dice Ezequiel, toma vida con el aliento del espíritu divino, que lo llena de esperanza y lo conduce a su tierra verdadera.

También se podría escribir una biblia del siglo presente, en el que aparecerían nuestras batallas diarias junto con nuestra decisión de caminar hacia la luz. Seguro que son las mismas batallas, los mismos aciertos o errores, las mismas incógnitas que ocurrieron hace dos o tres mil años.

Nuestra historia sagrada personal se repite a través de todos los tiempos y en todos los seres humanos.

También para nosotros son profetas todos los que nos rodean y nos hablan con su misma vida. Porque todos andamos guiados por ese Espíritu que está empeñado en abrirnos los ojos, en que gocemos con la noticia del amor infinito que impregna nuestros huesos secos.

Yo también soy profeta, porque Dios ha tomado mi corazón y se manifiesta en todo lo que soy y lo que hago. Soy consciente de ello, y ésa es mi alegría.

Cuando la historia sagrada universal esté completada, nuestros pasos estarán grabados junto a los de Abraham, Isaías, Ezequiel, junto a todos nuestros contemporáneos y los que vendrán después de nosotros.

Nadie es más, nadie es menos, todos somos depositarios de la gracia divina, llevamos el sello de nuestro creador en nuestra naturaleza. Ésa es nuestra grandeza.

Hay ejemplos extraordinarios de personas actuales y de otros tiempos, también está el testimonio de nuestro corazón ilusionado y de nuestra búsqueda que ya es un encuentro.

No nos desanimemos ante las dificultades, que vienen y siempre vendrán, ante los acontecimientos que parece que se tuercen, las cosas que parece que no van bien. Confiemos, confiemos y confiemos.

No hay otro secreto para vivir plenamente, porque la confianza nos da la libertad que necesitamos para ser admiradores de nuestro universo y colaboradores de nuestro Creador.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre, precioso. Con que facilidad simplemente dices: CONFIEMOS. Sin vendas ni dificultades, CONFIEMOS.

Gracias mamá por tus palabras de vida.

TE QUIERO.

Anónimo dijo...

No puedo leer dos seguidas porque me desbordas, hormiguita.

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