miércoles, 2 de abril de 2014

Perder la conexión


A veces perdemos la conexión con nosotros mismos. Suele pasar cuando estamos todo el día rodeados de gente, en el trabajo, en la familia, o en todas las situaciones en que solemos estar de cara a los demás. Pero necesitamos momentos de estar en silencio, con nosotros mismos, en calma, sin planes, incluso sin recuerdos, respirando y saboreando el solo vivir.

Es muy relajante hacer esto. Es como tomar un tranquilizante, pero mucho mejor porque estamos plenamente conscientes, en cambio con un medicamento estamos adormilados.

Tener amistades, o relaciones sociales, es bueno, sin duda. Pero sin dejar nunca de lado los paréntesis de calma, donde desconectamos de todos los ruidos para retomar el pulso de nuestro latido y renovar paz.

Porque hacer vida social nos lleva a esforzarnos por aparentar, por parecer más, por caer bien, por estar “a la última”, “por ser enrollados”. En resumen, es un esfuerzo. Para mí es así.

Tampoco podemos estar todo el día desconectados de nuestro entorno, recluidos, porque la vida hay que vivirla en todos los terrenos, en lo social, familiar, laboral, en los descansos y en la soledad.

Necesitamos esos momentos de desconexión, que estén distribuidos a lo largo de la jornada o en algún momento concreto.

Yo, personalmente, encuentro mi momento perfecto al amanecer, le robo horas a la noche, me levanto de madrugada, ahí me sitúo en búsqueda, en alabanza y reconocimiento, en oración. Es un tiempo que necesito, al que me he habituado, y que me sienta bien. En el que leo, medito, escribo, disfruto en lo más íntimo, y cargo mis depósitos de energía para toda la jornada.

Después, a lo largo del día, también encuentro muchos momentos para ser consciente de la grandeza de la vida, y para agradecer. 

Otros prefieren el momento de ir a acostarse, hacer un balance de lo que ha ocurrido a lo largo del día y buscar motivos de gratitud.

Reflexionar sobre el regalo de la vida es un don y es una alegría. Porque es estar en conexión con nosotros mismos y con la fuente de la que manamos, y también significa dar importancia a lo que es importante, y no perdernos en todo lo que distrae nuestra mente y nos hace perder de vista el gozo auténtico de vivir.

Por eso, preparemos momentos de conexión a lo largo de la jornada, donde recuperemos el vínculo mágico que nos une a la otra orilla de la vida.

No hay comentarios:

Nuestra esencia

  Formamos parte de la única energía que existe, por tanto nos comunicamos en todo momento algo luminoso. Con nuestra sola presencia enviamo...