domingo, 30 de marzo de 2014

Esa gente que confía


Su hijo le preguntó: “¿Cómo he de hacer para servir a Dios?” Baal Shem escaló una alta montaña y se arrojó al precipicio. “Así”, respondió.

Pienso que todos hemos sido lanzados desde esa alta montaña, con nuestro nacimiento. Y todos vamos con miedo porque no sabemos el resultado de esa caída, nunca sabemos el paso siguiente adónde nos va a llevar, nuestra inseguridad es extrema, siempre estamos en plena caída, siempre vamos con dolor y susto, inseguros.

Y para disimular nuestro miedo, nos agarramos a grandes asideros, que para nosotros representan seguridades. Son grandes ídolos superficiales: el consumo, el poder, el dinero. Estos falsos agarraderos no nos proporcionan la dicha interior que es la única que cuenta. Y nos hunden en una inseguridad profunda, en una ansiedad constante, cada vez necesitamos más poder, más consumo. Estamos cargados de objetos, de relaciones, de trastos, y sentimos un gran vacío interior.

En plena caída en nuestro precipicio, lo que marca la diferencia es si confiamos y si ayudamos a otros en sus necesidades, es decir, si somos generosos, trabajamos por un mundo mejor y estamos al servicio de los demás sin esperar recompensa, eso es lo que da la estabilidad del corazón.

Tener conciencia de que caemos en los brazos del amor, eso suaviza los obstáculos, quita los miedos, da alas al corazón y ayuda a ver la belleza que siempre está presente en todas las cosas.

Pongamos momentos de quietud en el ritmo acelerado de nuestras jornadas. Para que sepamos descubrir el sentido de nuestras vidas.
 
Hay una canción muy bonita, se llama “Aleluya por esa gente”, y expresa perfectamente lo que estoy diciendo. Se puede encontrar en Youtube: 

Los que tienen y nunca se olvidan
que a otros les falta,
los que nunca usaron la fuerza sino la razón,
los que dan una mano y ayudan
a los que han caído,
esa gente es feliz
porque vive muy cerca de Dios.
Aleluya por esa gente que vive
y que siente en su vida el amor. (2) 

Los que ponen en todas las cosas amor y justicia,
los que nunca sembraron el odio,
y tampoco el dolor,
los que dan y no piensan jamás en su recompensa,
esa gente es feliz
porque vive muy cerca de Dios.
Aleluya…

Los que son generosos
y dan de su pan un pedazo,
los que siempre trabajan
pensando en un mundo mejor,
los que están liberados
de todas sus ambiciones,
esa gente es feliz
porque vive muy cerca de Dios.
Aleluya…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya, casualidad, hormiguita!!! Muuuac

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