Su hijo le preguntó: “¿Cómo he de hacer para servir a
Dios?” Baal Shem escaló una alta montaña y se arrojó al precipicio. “Así”,
respondió.
Pienso que todos hemos sido lanzados desde esa alta
montaña, con nuestro nacimiento. Y todos vamos con miedo porque no sabemos el
resultado de esa caída, nunca sabemos el paso siguiente adónde nos va a llevar,
nuestra inseguridad es extrema, siempre estamos en plena caída, siempre vamos
con dolor y susto, inseguros.
Y para disimular nuestro miedo, nos agarramos a
grandes asideros, que para nosotros representan seguridades. Son grandes ídolos
superficiales: el consumo, el poder, el dinero. Estos falsos agarraderos no nos
proporcionan la dicha interior que es la única que cuenta. Y nos hunden en una
inseguridad profunda, en una ansiedad constante, cada vez necesitamos más
poder, más consumo. Estamos cargados de objetos, de relaciones, de trastos, y
sentimos un gran vacío interior.
En plena caída en nuestro precipicio, lo que marca la
diferencia es si confiamos y si ayudamos a otros en sus necesidades, es decir,
si somos generosos, trabajamos por un mundo mejor y estamos al servicio de los
demás sin esperar recompensa, eso es lo que da la estabilidad del corazón.
Tener conciencia de que caemos en los brazos del amor,
eso suaviza los obstáculos, quita los miedos, da alas al corazón y ayuda a ver
la belleza que siempre está presente en todas las cosas.
Pongamos momentos de quietud en el ritmo acelerado de
nuestras jornadas. Para que sepamos descubrir el sentido de nuestras vidas.
Hay una canción muy bonita, se llama “Aleluya por esa
gente”, y expresa perfectamente lo que estoy diciendo. Se puede encontrar en Youtube:
Los que
tienen y nunca se olvidan
que a otros
les falta,
los que
nunca usaron la fuerza sino la razón,
los que dan
una mano y ayudan
a los que
han caído,
esa gente es
feliz
porque vive
muy cerca de Dios.
Aleluya por
esa gente que vive
y que siente
en su vida el amor. (2)
Los que
ponen en todas las cosas amor y justicia,
los que
nunca sembraron el odio,
y tampoco el
dolor,
los que dan
y no piensan jamás en su recompensa,
esa gente es
feliz
porque vive
muy cerca de Dios.
Aleluya…
Los que son
generosos
y dan de su
pan un pedazo,
los que
siempre trabajan
pensando en
un mundo mejor,
los que están
liberados
de todas sus
ambiciones,
esa gente es
feliz
porque vive
muy cerca de Dios.
Aleluya…
1 comentario:
Vaya, casualidad, hormiguita!!! Muuuac
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