miércoles, 30 de abril de 2014

De la mano del infinito


Soy oración, soy comunicación con el Otro, que llama cada mañana a mi puerta y me dice: dirige tu mirada a mí, sal de tu sueño y de tu ignorancia, ámame y mímame en tu corazón, soy la misma vida que te acoge y te sostiene y te da alas para volar, buscar y soñar.

Por eso salgo de mi rutina cada día y me pongo en marcha hacia terrenos desconocidos, inexplorados, hacia remansos de paz donde pueda saciarse mi sed.

Y ese remanso siempre lo tengo a mano, lo llevo conmigo. Sólo tengo que dedicarle un poco de tiempo y de cariño, tengo que mirarlo con ternura y cuidarlo. Todo lo que nos interesa tenemos que cuidarlo y darle la importancia que se merece para que llegue a ser la pasión de nuestra vida.

Al igual que nos apasionamos por la jardinería, por la música, por el deporte, por la cocina, por el mar, por los paisajes, del mismo modo puede convertirse en una pasión ver la mano divina en todo lo que somos y hacemos.

Soy religión, en mí se re-ligan o entrelazan todas las vías que me llevan a la trascendencia. La interconexión que se da en mi corazón es perfecta. No está organizada por mí, se me da como don.

Si todo está tan bien preparado, si las corrientes infinitas no dependen de mi torpeza, están por encima de mi ser ignorante, es un delito que yo me hunda en la primera dificultad del camino. Mirar más allá de los problemillas que nos rodean. Lo pongo en diminutivo porque la inmensa mayoría de las veces lo que nos angustia no es importante.

Decían en una película que al final todo sale bien, y si no sale bien es que no era el final. No nos sobresaltemos al primer contratiempo, dejemos que pasen los días, demos una oportunidad a la vida que sana heridas y pone las cosas en su sitio. Lo que antes se veía negro puede llegar a ser blanco, y lo que parece que sea problemático, seguro que es una gran oportunidad para avanzar en nuestro aprendizaje como seres humanos.

Nada es lo que parece porque lo que pensamos deforma la realidad, en todo ponemos nuestras ideas preconcebidas que distorsionan la experiencia verdadera, la que sólo nos dice que vivimos, y que podemos participar conscientemente de un universo de amor.

Ese amor que es la unión armoniosa de todo lo creado. Y ahí estamos nosotros, buscando desde que nacemos esa armonía que creemos perdida, porque no nos hemos enterado que vamos de la mano del infinito.

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