“Gustar que el Señor es la pasión de tu
vida y no una antigua costumbre que te acompaña desde niño”. He escuchado esta
frase en algún sitio.
Poner pasión en lo que creemos, en lo
que anhelamos, en lo que sentimos.
Sentir es importantísimo, vibrar con lo
que parece rutinario pero no lo es. Contagiar a otros del entusiasmo que
sentimos, porque hay velas que se han apagado con la avalancha de problemas que
nos rodean, hay gente que se ha hundido. Mientras que otros aún están en pie, y
dan gracias. Son testimonios fabulosos que nos llegan, nos pasan el testigo, y
nosotros, a la vez, lo pasamos a otros. La vida nunca es aislada, es una rueda
intercomunicada y perfecta.
Saborear con pasión el gozo de la
trascendencia, la belleza que nos sale al encuentro en los corazones y en los
paisajes, pasarlo al ranking ganador de los temas preferidos, estudiar, sí,
estudiar. Con papel y lápiz, subrayar, beber las fuentes, todo está dicho ya,
no inventamos nada nuevo.
Porque nos cambiará la vida cuando la
sentimos como don y tomamos la perspectiva de seres enamorados de ella.
Cuando todo es regalo, nunca una persona
te parecerá mediocre, ni un amanecer escaso, ni una comida deficiente, ni una
luz inútil. Ningún defecto nos echará para atrás, ninguna puerta cerrada nos
impedirá pasar, porque el punto y la encrucijada que transitemos será la
adecuada para nuestro aprendizaje, la perfecta para nuestra plena realización.
En un corazón enamorado no puede haber
quejas ni desconfianza o rencillas. No cabe la medianía ni el egoísmo para
quien se siente hijo de un universo amigo.
Ese es el mayor de los regalos,
sentirnos hijos amados y privilegiados, con un encargo o una misión: la de
realizarnos y caminar confiadamente.
Y si yo me encuentro ahora sintiendo
esto y poniéndolo en palabras es porque alguien necesita escucharlo y hacerlo
real en su vida. Todos somos enviados y mediadores, algunos de los mensajes o
encargos los pasamos conscientemente, la mayoría, no. Con nuestra actitud, con
nuestro estar personalmente en el mundo, ya comunicamos algo.
Para sentir pasión por la vida, pongamos
pellizquitos de magia, de imaginación, cambiemos nuestros muebles interiores de
sitio, seamos creativos. Sorprendámonos a nosotros mismos.
Para que nuestras creencias estén
respaldadas por nuestra ilusión, y si ésta hace tiempo que se nos murió pues
cambiar las creencias, innovar, preguntar, ir a la búsqueda.
Lo que es bueno para mí, es bueno para
el mundo y es bueno para Dios, estamos increíblemente juntos en esto.
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