domingo, 23 de marzo de 2014

Decir "te quiero"


La vida sin el misterio no sería nada.

El misterio de las incontables estrellas, de los amaneceres de magia, de la belleza en las miradas, de los corazones amigos, del hambre y la sed de infinito, del sentir y admirar, sin saber el cómo ni el porqué. El misterio de tu presencia y de tu mano en la mía.

La vida sin el misterio es impensable, nos faltaría la sal: el sufrimiento y la alegría, tan relacionados ambos. Cuántas veces pensamos que si sufrimos es que no existe Dios. Dice Ahmad al-Alawi: “No lo conozcas tan sólo cuando concede, negándolo cuando retiene, pues un conocimiento así es superficial”.

Se nos ha concedido ver una punta de iceberg de la existencia, pero no la inmensidad que está detrás de lo que vemos.

La vida sin un “te quiero” no sería nada. Nuestro misterio tiene el nombre de Amor, y queda expresado en esas dos palabras y el sentimiento que las acompaña. Porque el “te quiero” es el mayor de los misterios, es la sal, la luz, y el anhelo de todos los humanos.

Podemos decir “te quiero” a toda la tierra, a todos los paisajes, al azul que nos cobija, a todo lo que no vemos ni sabemos de su existencia, a lo que vemos y es más querido para nosotros.

Para mí, decir “te quiero” es decir acepto mi vida y todas las vidas. Y acepto el sufrimiento que las acompaña. Y estoy a favor del amor, lucharé con todas mis células y mi fuerza prestada en favor de la armonía de los universos queridos que me envuelven y dan sentido. Pondré paz y no cizaña a mi alrededor, defenderé a todas las vidas que viajan conmigo. Esa será mi ocupación preferida, será mi misión porque para eso estoy aquí.

El sentimiento de amor y el de desamor no pueden vivir juntos. No puedes decir: a ti te quiero, a ti te odio. En un mismo corazón no pueden convivir esos dos sentimientos. Si me envuelve el amor, alcanza a todos, sin distinción de próximos o lejanos. Y si soy capaz de odiar, ese sentimiento ahoga el brote tierno y sensible del amor que siempre está queriendo nacer.

Nosotros, los humanos, estamos aprendiendo siempre, por eso damos pasos adelante y atrás. Nuestro origen y nuestra meta es el amor perfecto que no admite medias tintas, el que vence y se pone al servicio de todo y de todos.

Instalada en el misterio de mis días lanzo un “te quiero” a la Vida que nos ha llamado a la existencia.

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