La vida sin el
misterio no sería nada.
El misterio de las
incontables estrellas, de los amaneceres de magia, de la belleza en las
miradas, de los corazones amigos, del hambre y la sed de infinito, del sentir y
admirar, sin saber el cómo ni el porqué. El misterio de tu presencia y de tu
mano en la mía.
La vida sin el
misterio es impensable, nos faltaría la sal: el sufrimiento y la alegría, tan
relacionados ambos. Cuántas veces pensamos que si sufrimos es que no existe
Dios. Dice Ahmad al-Alawi: “No lo
conozcas tan sólo cuando concede, negándolo cuando retiene, pues un
conocimiento así es superficial”.
Se nos ha concedido
ver una punta de iceberg de la existencia, pero no la inmensidad que está
detrás de lo que vemos.
La vida sin un “te
quiero” no sería nada. Nuestro misterio tiene el nombre de Amor, y queda
expresado en esas dos palabras y el sentimiento que las acompaña. Porque el “te
quiero” es el mayor de los misterios, es la sal, la luz, y el anhelo de todos
los humanos.
Podemos decir “te
quiero” a toda la tierra, a todos los paisajes, al azul que nos cobija, a todo
lo que no vemos ni sabemos de su existencia, a lo que vemos y es más querido
para nosotros.
Para mí, decir “te
quiero” es decir acepto mi vida y todas las vidas. Y acepto el sufrimiento que
las acompaña. Y estoy a favor del amor, lucharé con todas mis células y mi
fuerza prestada en favor de la armonía de los universos queridos que me
envuelven y dan sentido. Pondré paz y no cizaña a mi alrededor, defenderé a
todas las vidas que viajan conmigo. Esa será mi ocupación preferida, será mi
misión porque para eso estoy aquí.
El sentimiento de
amor y el de desamor no pueden vivir juntos. No puedes decir: a ti te quiero, a
ti te odio. En un mismo corazón no pueden convivir esos dos sentimientos. Si me
envuelve el amor, alcanza a todos, sin distinción de próximos o lejanos. Y si
soy capaz de odiar, ese sentimiento ahoga el brote tierno y sensible del amor
que siempre está queriendo nacer.
Nosotros, los
humanos, estamos aprendiendo siempre, por eso damos pasos adelante y atrás.
Nuestro origen y nuestra meta es el amor perfecto que no admite medias tintas,
el que vence y se pone al servicio de todo y de todos.
Instalada en el
misterio de mis días lanzo un “te quiero” a la Vida que nos ha llamado a la
existencia.
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