En la exhortación apostólica Evangelii
Gaudium he leído que hay que potenciar la iniciación mistagógica. Esta rara
palabra significa la formación progresiva de los creyentes y una renovada
valoración de los signos litúrgicos. Es decir, es “anunciar la Palabra y centrarse en ella con una adecuada ambientación
y una atractiva motivación, con el uso de símbolos elocuentes, y la integración
de todas las dimensiones de la persona”. Son palabras del Papa.
También dice que hay que prestar especial
atención al camino de la belleza, “via
pulchritudinis”.
Con otras palabras, se trata de una
ilusionada iniciación al Misterio que nos envuelve.
El Papa dice “atractiva”, es decir no
puede ser algo aburrido, soso, que no nos hable al corazón. Hay mucho que hacer
en este terreno. Mucha faena, de la que ilusiona y renueva por dentro y por
fuera.
Hay que poner alegría en las tareas
formativas y también en las celebraciones, poner color, y gestos nuevos y
símbolos rompedores. Hay que tocar el corazón del mundo con nuestro entusiasmo
y nuestra fuerza. Para que los que estén aletargados, despierten, y digan:
“¿Qué está pasando aquí?”
Hay que rendirse ante la belleza. Si en
nuestras reuniones podemos poner flores, música, color, y cualquier objeto
significativo para el grupo, estaremos ayudando a una mejor iniciación
mistagógica tal como lo dice el Papa, con una ambientación y motivación
atractivas.
Actualmente, en las empresas hay
personas encargadas de su dinamización, de contagiar entusiasmo, de mover a actuar
con una mentalidad positiva, emprendedora, nueva. Son los coach. El coaching es
un método que consiste en acompañar, instruir y entrenar a una persona o un
grupo con el objeto de conseguir alguna meta o desarrollar alguna habilidad.
Se trataría de aplicar esos métodos en cualquier
grupo de espiritualidad, y también en las reuniones eclesiales, en los grupos
de fe. En “lo de toda la vida” poner un toque nuevo, atrayente, “entusiasmante”.
Y para ello, a las personas que de un
modo natural son dinamizadoras, abrirles paso, darles formación, y darles
oportunidad. A veces esas personas están marginadas porque son “demasiado
lanzadas”. Y tendemos a potenciar siempre “más de lo mismo”, con lo que las
novedades quedan fuera de nuestros objetivos.
Los que tienen capacidad de
entusiasmarse, de contagiar vitalidad, de valorar lo bueno de la vida y saber comunicarlo
deben estar al servicio de los grupos, porque necesitamos toda la alegría para
el camino, también fuerza y proyectos que nos ilusionen.
“I have a dream”. Tengo un sueño, decía
M. L. King. Sí, necesitamos tener sueños. Objetivos que no sean ganar más
dinero, o tener más posesiones. Metas que afecten a nuestro corazón, que es
donde se desarrolla la vida y crece la alegría.
1 comentario:
Beautiful and very true.
Big hug
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