Venimos de una tradición religiosa donde
se incide en la culpa y el pecado, a lo largo de los siglos hemos arrastrado
estos términos, nos ha impregnado este vocabulario. Son unas expresiones que no
entiendo demasiado.
El término “pecado” hace tiempo que lo
cambié por el de “ignorancia”, porque es verdad que somos ignorantes, así hemos
sido moldeados, por algo será.
El término “culpa” no lo entiendo. ¿De
qué somos culpables los cristianos? Las tradiciones de la época en que se
escribieron los textos bíblicos nos marcan hoy, muchos siglos después de haber
sido escritos.
Dicen los salmos: “Tú, Señor, eres Dios
tierno y compasivo, paciente, todo amor y verdad. Mi hogar está en ti”. Estas
palabras son bálsamo y alimento para los corazones humanos.
El otro día, un amigo musulmán me dijo:
“qué pena que no seas del Islam”. Yo le contesté rápidamente: “Sí soy del
Islam”. Porque yo soy de todas las religiones que nos abren paso a lo divino.
No rechazo nada. Por eso soy musulmana, budista, hinduista y de todas las
iglesias cristianas.
Yo soy de ese Dios tierno y compasivo,
todo amor y verdad, que es mi origen, mi meta y mi hogar verdadero, y que está
por encima de creencias y religiones.
Todo me sirve, si no es excluyente, si
hay armonía entre los pueblos y las personas.
Las Iglesias tienden a la unificación
porque lo fundamental nos une: anunciar la buena noticia del amor, y trabajar
por un reino de paz y justicia.
Hay una canción muy bonita que dice:
“·Este lugar es tierra sagrada, de encuentro, de vida, de gracia, de amigos, de
luz, de hijos, de hermanos, de Dios”.
Esa es mi religión, saber que por donde
yo voy, piso tierra sagrada, y descubrir en cada paso la emoción de sentirme en
un lugar especialmente preparado para mí, una familia, unas creencias, un
trabajo, unas relaciones. Todo bien diseñado para que yo camine hacia un
encuentro íntimo y transformador.
Por eso, en los textos bíblicos acepto
leer cosas que no entiendo a condición de que de vez en cuando aparezca esa
frase maravillosa que es la que me alimenta el corazón.
“Con mis labios daré al Señor gracias
infinitas”.
“El espíritu del Señor está
continuamente sobre mí”.
“Ilumina a los que viven en la más
profunda oscuridad, dirige nuestros pasos por un camino de paz”.
“No se perderá ni un solo cabello de
vuestra cabeza”.
“No dejéis que vuestro corazón se
endurezca. Permaneced vigilantes, orando en todo tiempo”.
“Dios me ha concedido el privilegio de
ser su apóstol”.
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