La Palabra, a través de los textos
bíblicos, me ha dicho esta noche: “Te
saludo, favorecida de Dios, el Señor está contigo”. (Lc 1, 28)
Y yo me he quedado dudando: “¿Es a mí?” Es
difícil creerse completamente estas palabras, porque tenemos la costumbre de
pensar que eso fue dicho hace dos mil años, y ya no nos afecta a nosotros, solo
tangencialmente. Es decir, no va directamente a nuestra persona.
Pero la palabra me sigue hablando a la
cara: “Haz todo lo que te has propuesto
porque cuentas con mi apoyo”. (2 Sam 7, 3). ¡Vaya! Me lo voy a tener que
tomar bien en serio porque mi corazón, que es el que más entiende de estas
cosas, me dice que ese mensaje es para mí. No puedo pasar de largo, como si no
hubiera escuchado nada. Me tengo que detener y reflexionar: ¿Por qué ese
interés de la Vida en demostrarme su apoyo y lanzarme piropos? Todos no tienen
esa sensación de diálogo amoroso en la que yo estoy inmersa.
Y para acabar de redondearlo, me dice: “Te he puesto como luz de las naciones, para
que lleves mi salvación hasta los lugares más lejanos de la tierra”. (Hch 13,
47).
Ahí ya se ha pasado, no es posible que mi
débil luz llegue tan lejos, todo lo más a las personas con las que convivo y me
relaciono, y no siempre. Como soy ignorante, me da por pensar que quizá se
refiere a que puedo llevar un poco de paz a mis hermanos de otros países, a los
que llegan las reflexiones de este blog. Es cierto que muchos lo leen en
México, Colombia, Argentina, Perú, Chile, Guatemala, Costa Rica, Ecuador, Venezuela,
Estados Unidos, y más países. Lo veo en las estadísticas del blog.
“No
prepares tu propia defensa, ya me encargo yo de darte palabras llenas de
sabiduría.” (Lc 21, 14). Esto me da una
libertad tremenda, porque tengo la continua sensación de que todo va a ir bien,
en cualquier asunto que lleve entre manos, porque hay alguien que va allanado
los caminos y dándome la sabiduría que necesito en cada momento, ni un poco más
ni un poco menos.
Me suele suceder que cuando inicio
cualquier actividad o cualquier proyecto de trabajo en un grupo, la más
relajada soy yo, porque no me acomete la angustia de cómo saldrá lo que llevo
entre manos. Estoy completamente convencida de que saldrá bien. “Él se ocupa de mí, ¿por qué ando
preocupado? (Rumí)
Para finalizar, unos consejos que a través
de los siglos llegan hasta cada uno de nosotros: “Manteneos alerta y firmes en la fe. Tened mucho valor y firmeza. Y
todo lo que hacéis, hacedlo por amor”. (1Cor 16, 13-14).
1 comentario:
Me has dejado con la boca abierta...que maravilla de texto. Gracias por no tener miedo a mostrar a la humanidad entera todo tu ser. Te quiero mamá.
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