La armonía del mundo pasa por nuestra mano.
Con nuestra vida contribuimos a crear espacios de paz.
¿Cómo puedes protestar contra las guerras y
las situaciones de injusticia, y a la vez, en tu propio ambiente, no hablarte
con tu cuñado, tu vecina o tu suegra? Es
una contradicción que se da con muchísima frecuencia. Tú dices: “pero es que
esas personas tampoco me hablan y me hacen la vida imposible”. Pues da tú el
primer paso y todos los que haya que dar. Todo se puede arreglar, o al menos
poner los medios para que en un futuro se arregle. Reparte bondad y sonrisas y buen
hacer, después espera y confía, porque lo que tú tenías que hacer, ya lo has
hecho, tu parte está saneada.
Te sorprenderás de ver cómo en todo
momento, cuando das bondad recibes bondad.
A veces se oye decir: “mis hermanos no me
hablan porque yo he recibido una herencia y ellos no”. Si ese es el motivo,
reparte esa herencia entre ellos y consigue que vuelva la armonía a tu familia.
Porque es más importante que te lleves bien con todos y haya paz en tu hogar,
que unas posesiones materiales. Aunque quizá esa persona prefiere la herencia a
la armonía, entonces tiene lo que se merece.
No importa si uno tiene razón o no, porque
la única razón que vale es llevarte bien con tu hermano, que no se rompa la
paz.
El motivo económico, el dinero, es la
principal fuente de discordia en todas partes.
Leí en una ocasión un relato real, lleno de
sabiduría. Un chamán, allá por las tierras de Siberia, recibe a veces la visita
de gente que viene desde cualquier parte del mundo en busca de su consejo. El
chamán vive en una aldea donde solo hay tres familias, la suya y dos más.
Por su asesoramiento, él cobra una cantidad
que reparte a partes iguales entre las tres familias. Así nunca habrá entre
ellos problemas por el dinero, ni agravios comparativos: “a ti te va bien y yo
vivo en la miseria”. Y cuando venga alguien a consultar al chamán, todos se
alegrarán porque su beneficio es repartido entre todos.
Sabiamente ha eliminado los problemas de
envidia que ocasionaría el que él ganara mucho, y los otros nada.
Me parece un ejemplo maravilloso de cómo se
pueden solucionar los problemas antes de que lleguen.
Trasladado el ejemplo a nuestro ambiente,
sería como si cada uno de nosotros compartiera el sueldo con alguien que está
en el paro. Totalmente eficaz, pero sumamente difícil de hacer.
Conclusión: persigue la armonía, en
cualquier circunstancia. Si para ello tienes que renunciar a bienes materiales
y dárselos a los que te rodean, pues adelante.
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