El alimento alimenta aunque no nos demos cuenta del proceso seguido. La oración hace su efecto aunque no sepamos cómo y nos dé la impresión, en un primer momento, de que no ha pasado nada.
Si amamos, el mismo amor nos guiará, a pesar de nosotros mismos. Si rezamos, la oración nos enseñará, aunque no seamos conscientes de ello.
Somos como una hoja, unas veces caída, otras flotando en medio de la suave brisa o de los fuertes vientos. No sabemos el alcance de cada una de las cosas que sucede. Sólo nos queda fiarnos de las grandes personas que han existido, de lo que han dicho, y de nuestro propio corazón desesperado y sediento, en busca de protección y de Algo más. Si existe la sed es porque existe el agua.
Por eso, porque queremos encontrar el sentido de nuestra vida, no abandonemos el camino de la interioridad:
Por las mañanas, pongámonos en manos del Infinito, cada uno de la manera que mejor le siente.
Por las noches, hagamos un recorrido, aunque sea muy breve, por lo que ha sucedido ese día, y demos las gracias por cada pequeño detalle, por cada persona con la que hemos hablado.
Y, a lo largo del día, hagamos perforaciones, como dice Madeleine Delbrêl, es decir hacer contactos, más o menos breves, con nuestro Padre que nos ama, y que sostiene nuestro caminar.
La semilla hay que sembrarla aunque no sepamos cuándo recogeremos la cosecha. No ponemos nosotros el tiempo de la siega, ni de la recogida, sólo escuchamos un mandato interior que nos susurra: ”camina, ama, reza, siembra”.
1 comentario:
Desde mi cama me quedo con la frase: "no sabemos el alcance de cada una de las cosas que sucede".
Gracias por estar ahí. Es un privilegio contar contigo en mi vida, hormiguita.
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