domingo, 2 de noviembre de 2025

El arte de aprender


 Librar la batalla de cada día con la mejor disposición posible es nuestra misión, y además es un arte que aprendemos a lo largo de la vida.

Se trata, sencillamente, de hacer lo que hay que hacer, sabiendo que en cada detalle está la misma luz que necesitamos, y por eso, poner en cada gesto el agradecimiento y la alegría de estar presente, la emoción de sentirnos vivos, la seguridad de que así es como construimos nuestra historia, la reverencia a la creación a través de todas nuestras pequeñas acciones.

Es un arte aprender a descubrir la belleza que está siempre presente en la vida, en la armonía de lo cotidiano. También en la fraternidad y la palabra de ánimo, el esfuerzo y la aceptación.

Cuando ponemos consciencia en lo que nos sucede, sacamos lo mejor de nosotros mismos y, aun en medio de dificultades, tenemos necesidad de agradecer. Todo lo que nos sucede es necesario para nuestro crecimiento interior, por eso no podemos despreciar nada, tampoco lo que nos parece defectuoso y débil.

Una leyenda japonesa dice que un monje estaba esperando la visita de un abad, que era experto en jardinería. Durante un tiempo se dedicó a cuidar su jardín hasta que estuvo perfecto. Pero cuando llegó el momento de la visita vio que algo faltaba. Entonces movió una de las ramas y logró desprender la primera hoja del otoño, amarillenta y seca, que cayó en la brillante hierba. Ahora sí que estaba completo el jardín.

Cada uno de nosotros somos esa hoja imperfecta y seca sobre una preciosa hierba. Y desde ahí aprendemos a celebrar la belleza de la vida.


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