La siembra está echada, los dones están muy bien repartidos. Son regalos para disfrutar. La misma vida es el mayor regalo. Empezando por la respiración, con la que sentimos bienestar, también con cualquiera de nuestros sentidos, cuando están enfocados en el agradecimiento y el asombro.
Cuando basamos nuestra felicidad en si conseguimos esto o lo otro, es muy fácil desanimarse. Nuestra mirada no tiene que estar en los logros sino en que estamos aquí en la existencia. Eso es un hecho, que significa que hemos sido convocados por el mismo Amor que todo lo abraza y sostiene.
Me gusta pensar que no hay vuelta atrás, ya tenemos un hueco en medio de la creación, se nos ha dado un tiempo como personas y se nos ofrecen unos ojos nuevos para ver.
Ya no nos sirve lo caduco, ni lo falso. Hemos atravesado barreras y poco a poco estamos aprendiendo a ser libres y a saborear la maravillosa bendición que significa estar aquí.
Todo está bien medido y bien trazado, desde la distancia justa del sol que nos permite estar vivos, hasta ese impulso cotidiano, mágico y casi imperceptible que nos hace avanzar, a pesar de nuestra ceguera, hacia nuestro destino.
La grandeza de la vida consiste en saborear cada momento, es decir, encontrar lo grande en las pequeñas cosas, en lo cotidiano. Eso supone una nueva manera de estar en el mundo.
Qué sanador poder detenernos para crear momentos de calma en los que conectemos con nosotros mismos y expresemos gratitud. Y qué hacer para comunicar nuestra experiencia a los demás . Pues sencillamente, vivir en plenitud.
Lo que quieras transmitir, vívelo.
3 comentarios:
Señor ... que yo vea !
Hermoso y edificante .
Para transmitir haberlo vivido. Cierto.
Pedagógicamente lo que se hace se aprende mucho más que lo que se escucha, lo que se lee.
Gracias
La vida es un regalo hermoso que hay que exprimirlo pera que de todo su fruto.
Publicar un comentario