domingo, 13 de junio de 2021

Saborear y disfrutar



 Para vibrar con la mejor energía necesito un corazón de carne, acogedor y bonachón. Así es como me gusta ver a otros y eso quiero para mí.

Andamos medio distraídos, enredados en las dudas, en querer controlar todo lo que nos sucede, encorsetados en rigideces, medio muertos por los caminos, porque se puede estar muerto aun latiendo nuestro corazón. Así es difícil que entre aire nuevo y sanador.

A veces parece que tengamos el amor por estrenar, entonces todo se vuelve gris, nos pesa la vida, y le echamos la culpa a los demás de todo lo que nos sucede.  

Yo creo en un Dios que cree en mí y me ama. Es como un rey bondadoso que ha llenado mi universo de estrellas y ha creado un mundo interior para mí, para que tengamos un encuentro y hablemos. Todo existe por mí si yo lo creo, todo es para mí si yo lo siento.

A estas alturas de mi vida, no me valen las malas caras ni la dureza de corazón, es momento de saborear y disfrutar, de transmitir esperanza y confianza. Tengo prisa por contagiar el ambiente de alegría y poner mi granito de arena para sanar mi querido mundo. 

Tengo urgencia por agradecer y por gritar que lo más sagrado, ese Buen Espíritu que nos alienta y en el que existimos porque se ha encarnado en nosotros, está aquí, es continua presencia. Somos sus hijos, hijas, conducidos con infinita ternura y cuidado.

Todos estamos en esa apasionada búsqueda por el absoluto, lo que nos trasciende y nos llena de significado. Pongamos la mirada en todo lo recibido. “Si no conocemos que recibimos no despertamos a amar”. (Teresa de Jesús).

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