domingo, 26 de agosto de 2018

Mi enamorado


No me gusta que me pase la vida sin enterarme y sin apasionarme. Solo la conciencia de un Dios enamorado de mí me despierta de mi letargo y me cambia la actitud. El gesto amable y la mirada alegre me sitúan por encima de pensamientos sombríos y la sonrisa me salva de la rutina.

Las personas queridas que ya han partido, me han dejado su huella y su luz para señalarme el camino. No cae en saco roto su ejemplo de vida. Es real su presencia continuada en mí, y eso me da fuerza.

Mi enamorado Dios vigila mis pasos y mis horarios, me hace la vida fácil. Yo le descubro en todos los entresijos que se van armonizando momento a momento. Actúa a través de una aparente ausencia, pero le es imposible esconderse, porque su presencia es siempre explosión de vida, de belleza y buen hacer.

Solemos ignorar que le llevamos dentro y actúa a través de nosotros, nos impulsa a vivir, y, si le dejamos, lo que más le gusta es dedicarse a amar y ser compasivo desde nuestras mismas entrañas.

Nos moldea como nuestro alfarero que es. No olvidemos que la vida lleva incorporado el sufrimiento y la oscuridad, por eso también nos da defectillos y dificultades varias. Con todo ello quiere sacar de nosotros lo mejor, no podemos dudarlo. Tiene un sueño para mí, y para cada uno, un camino único y privilegiado de él a mí, de mi corazón al suyo.

Quiero mimar ese corazón mío habitado de donde brota mi emoción y mi alabanza. Donde nacen todas mis sonrisas.

1 comentario:

Fr. Simón dijo...

Así es. Amor y sufrir para crecer

Celebrar la vida

  Algo tiene que morir en nosotros para que la vida gane. Desprendernos para avanzar. Dejar atrás la visión de nosotros mismos y del mundo, ...