domingo, 19 de agosto de 2018

Llamas encendidas


Lo apasionante de la vida es que cada día lo estrenamos, y no está todo perdido de antemano, ni todo ganado, siempre empezamos de nuevo. Imposible aburrirse.

Con las ayudas y los buenos consejos que nos llegan a diario, unido a nuestra honestidad, damos pasos sobre el abismo del no saber y del misterio infinito.

Desde nuestra misma pequeñez podemos acompañar la danza de las estrellas, porque nuestros huesos comparten la misma esencia con ellas. “Yo soy polvo de antiguas estrellas/ que ya murieron/ y depositaron su rezo/ en el universo.” Lo expreso en poesía porque es el lenguaje más profundo, y me hace sentirme en comunión con todo lo creado.

“Estallaron en un canto de amor alborotado/ y de sus cenizas/ surgimos corazones asombrados.” Es el asombro lo que me conecta directamente con la maravilla de la creación.

“Soy reflejo de luces celestiales/ que ya no viven/ y conservo en mi interior/ miles de rostros/ bellas galaxias/ y tesoros infinitos/ que ni sé para qué sirven”.

En el descubrimiento de esos tesoros infinitos se me va pasando la vida. Y en ellos encuentro la paz y la alegría, que son los componentes principales de toda mi energía. Esos tesoros son mi combustible necesario, mi motor. Con el que se enciende mi interior, para no caminar a oscuras y poder compartir sonrisas y ternura con todo aquel que camina a mi lado.

Yo transmito luz, otros me la pasan a mí, así funcionamos. Somos una cadena de llamas encendidas, junto con nuestras estrellas.

“Celebro amaneceres/ día tras día/ y millares de llamas encendidas/ me transmiten su energía.”

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