Hay
trucos que nos ayudan a clarificar y avanzar en nuestro batallar diario, tan
lleno de dificultades, de desencuentros y susceptibilidades. Si miramos a
nuestro alrededor, próximo o lejano, no siempre vemos armonía en las
relaciones, demasiados conflictos y enfrentamientos hay en la sociedad y
también en las familias.
Qué
hacer. Un truco que no falla es resaltar y subrayar y agrandar lo que une. Lo
que nos une con esa persona que tenemos ahí y nos desestabiliza.
Dicho
al revés: lo que nos separa no lleva a ninguna parte, es una vía muerta. Porque
en esencia somos unión, comunión.
“Lo
que une” significa tender puentes de amistad, incluso en terrenos hostiles. Y
supone rebajarnos y dejar a un lado ese orgullo tan inútil y perjudicial en las
relaciones humanas.
Es muy
doloroso ver hermanos que no se hablan, compañeros que no se saludan, familias
enfrentadas.
Cuando
se ha intentado la unión una y otra vez y no se ha conseguido, tampoco hay que
hundirse, podemos pensar: “también esto pasará”, y así es, porque solo lo que
une permanece. Nuestra Realidad divina es comunión sagrada.
Por
eso, además de buscar la unión, debemos dejar los enredos en manos de esa
Realidad que nunca duerme ni descansa, y trabaja incansablemente para nuestro
bien.
Si
todos buscásemos lo que une, el mundo cambiaría en ese instante. Nosotros, cada
uno, solo tenemos que ocuparnos de nuestro propio y pequeño mundo, ahí buscar
la armonía y saltar por encima de barreras y separaciones que nos roban la paz.
Tenemos
faena por delante, de la buena, por eso la vida es tan apasionante, nunca
aburrida. Nuestro inmenso corazón es una criatura viva y única, que vamos
descubriendo día a día, hasta que nos llegue el último aliento.
Que
siempre busquemos esa unión y en todos nuestros caminos el asombro y el
agradecimiento llenen el horizonte.
1 comentario:
Qué bonita bendición. Qué busquemos siempre la unión.
Gracias mamá
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