En cada momento nos sucede lo más importante, aunque estemos haciendo cosas
rutinarias, sencillas, y aparentemente intrascendentes.
Dicho de otro modo: cada momento es de oro. Descubrirlo, depende de nuestra
visión más o menos ampliada.
Todo tiene un sentido, y cada respiración vale para acercarnos al alma de
todo lo que sucede. Vivir es entrenarnos para asimilar la vida, y así,
encontrar alegría.
Pongámonos manos a la obra ya, con lo que estemos haciendo, sea lo que sea
será lo más importante.
Cuántas “casualidades” se han tenido que juntar para que yo naciera y haya
llegado hasta aquí. La probabilidad de que estemos aquí, generación tras
generación, es un completo milagro, la vida no es una casualidad sino una
causalidad: estamos aquí por y para algo.
Por eso, utilicemos nuestra voluntad, decisión y valentía para dar un paso
al frente y decir: acepto todo tal como sucede. Lo más divino está en mi vida y
siempre actúa a mi favor. Con ese convencimiento puedo hasta fregar los platos
con otra actitud. La bondad infinita y la belleza son mis huéspedes interiores,
entonces puedo asegurar que no estoy sola, incluso que Dios y yo fregamos los
platos. Juntos. Santa Teresa decía: “Entre
los pucheros anda Dios”.
Lo más esencial para cada uno de nosotros: apreciar el regalo de la
existencia. Si esto lo sentimos hondo, todos los accesorios superficiales que
hemos añadido a nuestra vida se desvanecen y quedamos dos, que somos realmente
uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario