domingo, 6 de noviembre de 2016

Religión de la bondad

Creo firmemente en la religión de la bondad, porque nos lleva a una forma de vivir que nos cambia la visión del mundo y le da una luz diferente a todos los acontecimientos. Y nos une, nos religa, a la Bondad esencial, que impregna todos nuestros actos.
Dice Torres Queiruga: “Dime cómo es tu Dios y te diré cómo es tu visión del mundo. Dime cómo es tu visión del mundo y te diré cómo es tu Dios”.
La visión del mundo y la visión de mí misma, coincide con la visión de mi Dios. Por eso me conviene limpiar mi mirada para verme mejor a mí y a todo lo que en mí nace. Lo mismo que hacemos con las gafas, limpiarlas para ver mejor.
Normalmente, esas otras “gafas” interiores que uso son las mismas para todo: para verme a mí y para ver lo eterno. Y cuando yo cambio, porque estoy bajo el impulso de mis emociones, mi Dios cambia conmigo.
Hay que tener en cuenta que esa esencia divina que me acompaña, evidentemente no es una persona sino la razón de todas mis posibilidades y la fuente de toda mi ternura.
Es también la fuerza oculta que nos pide colaboración para trabajar al servicio de la paz y del amor en todas las acciones que llevamos a cabo, y nos da la valentía y la esperanza necesarias.
En una palabra, somos colaboradores de excepción en la construcción de nuestro propio mundo. Es todo un honor. Y no es una tarea tan difícil, teniendo en cuenta que somos abrumadoramente ayudados a vivir nuestra vida lo mejor posible.
Dice el Dalai Lama: “Esta es mi simple religión. No hay necesidad de templos y no hay necesidad de una filosofía complicada. Nuestro propio cuerpo, nuestro cerebro, nuestro corazón es nuestro templo. Y la filosofía es la bondad.”

La bondad es esencial para ser personas, por eso yo también digo que es mi religión verdadera.

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